Todo este asunto de cómo educar a los niños realmente es un ejercicio de prueba y error. Lo que te funciona a ti, puede o no funcionarle a tu amiga. Basta con echar el cafesito y el chisme con alguna otra mamá para darte cuenta de ello.
Por lo mismo, existen varias teorías, cada una con su propia forma de abordar un mismo conflicto. Por ejemplo, ya hablamos de cómo evitar conflictos entre hermanos, según la propuesta de Faber y Mazlish, tomada de su libro, “Hermanos, no rivales”.
Sin embargo, el otro día hubo una conferencia en la escuela de mis hijos en la que justamente se abordaba este mismo tema. Pero aquí, la psicóloga que estaba exponiendo tenía una propuesta un poco diferente. Se trata de algo muy sencillo, pongan atención: si los hermanos se pelean, la consecuencia se aplica a los dos… parejo. No importa quién empezó ni por qué.
Si se trata de una mordida, uno está castigado por tener dientes y el otro, por tener cachetes. Así de fácil.
El truco aquí es aplicarlo siempre. Cada vez que hay un pleito. Aunque tú hayas visto que uno estaba sentado viendo la tele y el otro llegó, de la nada, a darle un coscorrón, en cuanto escuches un “¡mamaaaá!”, llevas a cada uno a un rincón y les dices: “ahí se quedan los dos hasta que se tranquilicen”. Es más, si quieres, hasta puedes agregar un: “y no se hablen”.
Ojo: aquí el chiste es justamente lograr que hablen entre ellos (ya sabes cómo funciona esto, si les dices “no se rían”, se ríen; si les dices “no se hablen”… sí, lo adivinaste). Lo que se busca es que los hermanos lleguen a crear una especie de alianza. Sí, un “sindicato” de hermanos (lo sé… ¡qué miedo!).
Lo que hace este sindicato es crear una dinámica sana entre los hermanos. Lo que se debe evitar son las alianzas tipo mamá-hermano mayor o papá-hija, por ejemplo, ya que esta situación lleva a crear un sentimiento de rivalidad entre ellos. Es mucho mejor que exista una alianza hermano-hermano (y en mi caso, agrego un hermano más a esta fórmula).
Lo he probado. Sí funciona. De hecho, yo originalmente lo aprendí de un episodio de Charlie y Lola:
Sabiduría pura. ¿Quién necesita “escuela para padres” cuando se tiene caricaturas?
Nosotros no tenemos sillas, pero sí sillones calmadores.
Empieza el pleito y los mando para allá: “Ahí se quedan hasta que se tranquilicen… y no se hablen”.
15 segundos.
―Pía, ¿verdad que mamá es muy mala?
―Sí. Muuuy mala.
―¿Verdad que no queremos estar aquí sentados?
―No. Queremos jugar. ¿Quieres que armemos el rompecabezas juntos?
―Sale. ¡Mamá! ¡Ya nos tranquilizamos!
Pan comido… mientras funcione. Espero que pase mucho tiempo antes de que encuentren la forma de ganarme con ésta. Mientras tanto, lo voy a disfrutar.
Bendita inocencia.