Los sinsabores del verdadero policía de Roberto Bolaño

Publicado el 21 febrero 2011 por Aramys

De Roberto Bolaño ya se ha dicho mucho y se ha escrito todavía mas; sus libros se han desgranado en toda la prensa, en cientos de tertulias y en muchísimos blogs, se ha hablado del Universo Bolaño del Mundo novelesco Bolaño, hay incluso diagramas donde vemos que las novelas de Bolaño convergen unas con otras, se complementan, se alimentan, se mejoran y se completan. Bolaño creó un gran juego literario en el que el lector puede participar activamente y en el que se pueden encontrar las pistas para ir completando ese Mundo Bolaño que tan conscientemente, nos parece a muchos, creó.

Y parece que, aún después de dejarnos, siguen apareciendo piezas para completar ese enorme mural de juego que fue (es) la obra literaria de Roberto Bolaño.

Pero no siempre es fácil seguir el juego, uno no siempre esta capacitado para entrar en ese juego, Bolaño no siempre juega limpio. Hay novelas donde Bolaño nos ofrece un juego fácil, cómodo, un juego, una lectura, donde adentrarnos sin problemas y donde ir captando, encontrando, las pistas que, en un futuro, o en el mismo presente, podernos reunir para ir completando el gran mural. Otras veces en cambio Bolaño se tuerce y complica, se dispersa o aburre, el juego se ralentiza y el lector pierde las ganas de jugar.

En Los sinsabores del verdadero policía yo he jugado con mucha pasión, he entrado al juego con todas mis armas, con todos mis sentidos, he buscado las pistas y las he encontrado, las he disfrutado y las he unido a mi mural, pero no ha sido nada fácil. Los sinsabores del verdadero policía, nos advierten al comienzo, es una novela inacabada, un proyecto que el escritor empezó allá por los años ochenta y que duró hasta el mismo día de su muerte. Y lamentablemente se nota. La primera mitad de la novela es bastante lineal, las prácticamente primeras doscientas paginas, son una buena y turbadora historia, una historia de amor, de desenfreno, de sexo, de perdedores, de poesía casi extrema, de fugas y escapes, de descubrimientos, de ese gran universo que mas tarde forjó Bolaño, de ese gran Mundo Bolaño que son las desesperanzas y las tristezas, la poesía y la cultura, una gran primera parte llena de fuerza y de esa manera de escribir Bolaño que tanto engancha, que tanto (me) gusta, tan áspera, tan oscura y tan maravillosa.

La segunda mitad de la novela y ya hasta el final, es donde yo perdí las ganas de jugar. La novela se entrecorta, y ya solo sigue hacia el final, se suman los capítulos sueltos ajenos a la historia principal, que, aunque de alguna manera enriquecen la novela, cortan el ritmo de la novela, a mi gusto la difuminan, la pierden. Capítulos cortos que saltan de una historia a otra, que se interrelacionan con algún personaje pero sin llegar al argumento principal, esos capítulos a mi me dispersaron y me aburrieron. La culpa no es de Bolaño seguramente, Bolaño si hubiera tenido tiempo de acabar la novela, habría echo encajar todas las piezas, todos los argumentos, todos los personajes y le habría dado un final, pero eso no fue posible y tenemos lo que los editores y su viuda nos han dado, es entonces donde el gusto de cada uno entra en juego.

Hacia el final la novela adopta un formato casi epistolar donde las cartas entre los protagonistas se suceden una tras otra, y recuperamos algo del ritmo de la primera parte de la novela, volvemos a meternos en toda esa vorágine decadente de la primera parte, para terminar en una ultima carta prácticamente en seco, de golpe. Un final inacabado por supuesto o eso parece y puede que sea la intención, pero dadas las circunstancias me extrañaría. Toda esta segunda parte de la novela, sigue teniendo esa fuerza en la escritura de Bolaño, toda esa oscuridad, es Bolaño cien por cien. Esta segunda parte, como veréis que coincidimos algunos, a mi me recuerda un poco a Rayuela, de Julio Cortazar, un poco.

Y aunque muchas reseñas lo pasen por alto, lo sorteen, o no le den importancia, no puedo dejar de hablaros sobre el tema, el gran tema de esta novela, la homosexualidad.

Y es que la mayor parte de la historia, la perturbadora historia que nos cuenta Bolaño, no es más que el descubrimiento de la homosexualidad tardía de nuestro protagonista; un profesor universitario maduro, viudo y con una hija mayor, que mantiene una relación intensa, casi extrema con uno de sus alumnos. Alumno al que admira y que le abre las puertas a un mundo desconocido de poesía, sexo, cultura, amistades y vida nocturna que el profesor, desconocedor de todo ello hasta el momento, descubre con gran asombro.

Aunque no hay que quedarse solo con ese dato, evidentemente, el tema de la homosexualidad es tan latente y tan duro y tan decadente desde la vista de la historia que nos cuenta Bolaño que bueno es ir un poco precavido.

La novela fascinara casi seguro a los incondicionales de Bolaño; pero no es la mejor para acercarse a ese Universo del que hablábamos antes, es una novela como veis oscura y difícil, laberíntica a ratos y que demanda mucho al lector. Una apuesta, a mi gusto, para iniciados Bolañeros.