Si eres de lejos de Bilbao (o como es conocido allí, "a las afueras"), es posible que lo único que sepas de la capital vizcaína es que el Guggenheim está por ahí (y bien bonito que es). Pero Bilbao es mucho más amplia que un museo, y después de ver al archiconocido Puppy (el perro de flores a la entrada del Guggenheim) queda mucho por hacer aparte de irse a disfrutar de los mejores pintxos, un txakolí de calidad y perderse entre las callejuelas del Casco Viejo. Siempre será mejor no perderse todo lo que Bilbao puede darnos.
Por ejemplo, al lado de la ría (por la que cruzan diversos puentes dignos de mirar, como el de Zubizuri o el de la Salve) tenemos el teatro Arriaga, un precioso lugar neo-barroco de 1890 en el que merece la pena ver una obra de teatro aunque solo sea por el hecho de verlo por dentro. Uno de los l
ugares más emblemáticos de la ciudad, desde su balcón se lanza el txupinazo que da comienzo a una de las mejores fiestas del mundo: La Aste Nagusia.
Una vez visto, uno no puede dejar de contemplar el Palacio Euskalduna, un moderno centro de congresos y conciertos digno de ver por la noche en cuyo exterior se puede apreciar el Bosque de Arboles (que no dejan de ser unas farolas unas junto a otras, pero que, de noche, hacen un precioso efecto). Y ya que estamos en el Euskalduna, ¿qué menos que acercarse a ver la Catedral del fútbol... al menos hasta que, dentro de unos años, se destruya para dar paso a otro nuevo San Mamés? Este es un campo de fútbol que merece ser visto, aunque solo sea por su glorioso arco. Si se puede ver jugar a los Leones, es una experiencia difícil de olvidar.
Si en lugar de ir en dirección a San Mamés preferimos darnos una vuelta por el Casco Viejo (donde, aunque no lo queramos, acabaremos en uno de los múltiples bares que rodean la ciudad), debemos ir a ver la otra Catedral de Bilbao, la religiosa, que lleva en pie desde 1397 y está totalmente restaurada pese a las inundaciones del Nervión en 1983. Y puestos a ver iglesias, no podéis perderos la Iglesia de la Merced, sede actual de Bilborock. Además, cerca estará el Mercado de la Ribera, con una de las mejores ofertas de pescado del país, y rodeado por una espectacular fachada y los conocidos Arcos de la Ribera, donde dar un precioso paseo.
Por supuesto, uno no puede dejar de dar una vuelta por el Museo de Bellas Artes, repleto de obras de El Greco, Zurbarán, Sorolla o Chillida, entre otros. Además, cuenta con explosiciones temporales y se sitúa al lado del Parque de Doña Casilda, el más grande de todo Bilbao que cuenta con una estatua de Chillida en él y con muchos patos y otros animales a los que dar de comer. No es el único parque de la ciudad: Ahí queda el Parque Etxebarría o el Paseo de la Memoria.
Uno de los mayores atractivos de la Villa es su espectacular sistema de comunicaciones, entre el que destaca el metro, que ya de por sí es una atracción turística. También es digna de ver la estación de Abando (Indalecio Prieto) de Renfe, con una preciosa vidriera, y el exterior de la estación de Feve, un clásico de la ciudad.
De todas formas, lo mejor de Bilbao es dejarse llevar y perderse, encontrarse de bruces con el moderno edificio de la sede de Osakidetza, sorprenderse con las Torres de Isozaki, entrar en la basílica de Begoña o sorprenderse con la grandeza del BEC. ¿No quieres descubrir por qué Bilbao se ha transformado en una de las ciudades más bonitas de España?