Por Giannella Espinoza
(Publicado originalmente en diario El Expreso, Guayaquil, el 26 de mayo de 2016)
Fotografía tomada de El Expreso.
¿Usted es de aquellos que caminan por las calles de la ciudad, los pasillos del trabajo, los malecones o centros comerciales con los ojos atentos a la pantalla del teléfono? ¿Juega, lee, revisa Instagram, contesta llamadas, envía mensajes de texto y voz sin importar dónde y quién lo acompañe, o incluso si está manejando? Pues bien, usted es un ‘Smombie’ y no está solo, se cuentan por miles.
‘Smombie’ es una palabra compuesta de smartphone (teléfono inteligente) y zombie, y se emplea desde el 2015 para llamar a las personas que andan desconectadas del mundo por estar imbuidas en el universo de sus teléfonos inteligentes.
Basta dar un paseo por el malecón Simón Bolívar, las calles de Urdesa y de toda la ciudad, los malls; o ver a nuestro alrededor en la oficina y hasta en las reuniones familiares para asegurarnos de que el ‘Apocalipsis smombie’ está por llegar.
Quizás no nos comerán vivos como en el ‘Apocalipsis zombie’ que cuenta la ciencia ficción, pero por decir lo menos, nos chocarán o dejarán de vernos a los ojos. La destreza para hacer muchas tareas simultáneamente en este caso es un mito, particularmente si una de esas tareas es no poner su vida en peligro.
Las cifras lo corroboran. Desde el 2013 hay más celulares que personas en el mundo. Si usted tiene un iPhone es probable que lo desbloquee, en promedio, unas 80 veces al día y si es usuario de Android, todo apunta que lo hace más de 110 ocasiones diarias.
Esas 80 veces suponen unas cinco cada hora, contando con que pasamos unas 16 despiertos. Es decir, una vez cada 12 minutos. Y eso sin contar los momentos en los que solo revisa la hora, el clima o si ha llegado una notificación que no puede escuchar.
En lo que respecta al tiempo que esto supone, un estudio realizado por Facebook en 2015 recogía que los usuarios de móviles pasan 4,7 horas diarias frente a la pantalla y 46 minutos de estos revisando su red social.
Le puede parecer un montón. Pero compruébelo usted mismo con aplicaciones como Moment, Checky, BreakFree o Instant. Esta última me reportó que el día martes desbloquee 62 veces mi teléfono y perdí 3 horas con 38 minutos de mi día utilizándolo.
Las excusas del por qué pasamos pendientes del teléfono son muchas. Desde temas de trabajo, hasta ansiedad por no perdernos nada de lo que está pasando. Este último es un trastorno: FOMO (Fear of Missing Out).
La única forma de salvarnos, según los expertos, es reconociendo el problema y estableciendo límites de uso. Tener claro que debemos usar la tecnología para beneficiarnos, no en contra.
Bruno Sánchez, de la empresa de seguridad informática GMS, invita a los padres a no ser un ejemplo nocivo para los pequeños. Mientras que Melissa del Cerro, promotora de Desintoxicación Digital, recomienda desconectarnos cada vez que lo creamos necesario.
“Necesitamos volver a la conexión real”, es el mensaje de un corto argentino cargado en YouTube, que se ha viralizado en las últimas semanas, participará en Cannes y muestra decenas de escenarios y momentos que nos perdemos por estar concentrados en el teléfono. Su mensaje final lo dice todo: “ Todavía estás a tiempo… Si el tiempo no existiera, tal vez no me importaría”.
¿Qué tal si dejamos de ser smombies, evitamos el “Apocalipsis” y volvemos a ser humanos?…