Seis horas después del cierre oficial de los centros electorales y tras una tensa espera, Elvis Amoroso, presidente del CNE, dijo que con un 80% de las mesas escrutadas y con una tendencia "contundente e irreversible", Maduro ganó con 5.150.092 votos, un 51,20%.
El líder opositor, Edmundo González, logró 4.445.978 votos, un 44,2%, según ese anuncio chavista.
La oposición, sin embargo, afirma que ha ganado con contundencia y denunció irregularidades tras una jornada con una alta participación del 59%, según el CNE.
Los sondeos previos a las elecciones daban una ventaja de más de veinte puntos a la oposición.
Siete horas después del cierre de los colegios, no hay datos oficiales y sólo se conocen declaraciones de una y otra parte. En teoría sigue el recuento, pero las irregularidades han sido tantas que ya nadie confía en que el chavismo corrupto y asesino reconozca su derrota. Han cerrado colegios para realizar el escrutinio sin testigos ni representantes de la oposición, han robado las urnas en numerosos colegios, la policía chavista y enmascarados oficialistas han amedrentado a los votantes y las trabas han impedido a cientos de miles de venezolanos ejercer su derecho al voto.
Lo ocurrido en Venezuela es un atentado contra la verdad, la decencia, la democracia y la dignidad humana, que los países democráticos del planeta no deberían permitir.
El socialismo ha exhibido en Venezuela su naturaleza delictiva, tiránica y corrupta.
El consejo que dio Fidel Castro a Hugo Chaves se ha cumplido al pie de la letra: "Perder el poder cuando ya se ha conseguido es de huevones".
Los sondeos dan más de veinte puntos de ventaja a la oposición democrática, pero el chavismo habla de diez puntos de ventaja del oficialismo.
El mundo teme el pucherazo y, lo que es peor, un baño de sangre si la oposición se niega a soportar el expolio.
El retraso en el escrutinio es síntoma claro de un pucherazo, que se ha plasmado en los tres ámbitos decisivos de las elecciones: en las dificultades para votar, en el robo y manipulación de las urnas y actas y en las numerosas irregularidades en el recuento de los votos.
Para España es una vergüenza que al menos dos españoles conocidos estén colaborando con Maduro en el robo criminal. Son el ex presidente Rodríguez Zapatero y el podemita Monedero, ambos a sueldo del régimen.
Francisco Rubiales