Este verano he terminado de ver la 5ª temporada de esta serie de hace unos años. No dejas de preguntarte cómo puede atraerte tanto un personje como el protagonista, un mafioso tan de carne y hueso. Y es que a los que vamos por la vida de crédulos funcionarios demediados -creíamos en la honestidad y esas menudencias trasnochadas- este chapuzón de realidad, cruel realidad, nos viene de primera. Cómo se hacen los negocios, cómo se sortean los obtáculos legales, cómo se extorsiona y amenaza, cómo se corrompe a todo lo que se mueve, cómo se saltan todas las normas -tal como hacen continuamente los partidos políticos o muchos defraudadores a la hacienda pública-. Más allá de la brillantez de los guiones, de la dirección de actores, esta serie es una verdadera escuela de vida para ignorantes de cómo se mueve el mundo. Evidentemente, se trata de una representación, pero es tal su agudeza, que más allá del espectáculo, asistes a clases magistrales de cinismo, cálculo, egoísmo..., y así hasta un sinfín de cualidades que mueven el mundo. He vuelto poco idealista, vamos.