El curso de cinematografía que ofrece la Cátedra de Cine de la UVa sigue su camino y, extrañamente, una de las conferencias trató sobre televisión. Más en concreto sobre la serie “Los Soprano” y su final, que ponemos en la cabecera de este post. Jordi Costa explicó varias ideas acerca de esta producción y del cierre de la misma.
A un clic os contamos más.
Con una presentación, por parte del conocido crítico, en la que saltó de fondo el opening del serial con su característica música (lo que hizo saltar la risa a muchos de los asistentes) empezó la charla poniendo esos últimos cuatro minutos, incluyendo los créditos, que marcaban el final de la saga televisiva, al menos de momento.
Tony Soprano vive. Tony Soprano muere. Dos teorías.
A partir de esto, y más bien como sustento para comprender lo anterior, es preciso tener en cuenta que existen dos tradiciones sobre las que se mantiene. La primera de ellas son las historias de mafiosos, con esa vertiente mítica en ocasiones, que empiezan durante los años 30 en el cine y en segundo lugar las comedias (o no tanto) de la pequeña pantalla en las que cada fundido a negro marca un “reseteo” de todo para que en el siguiente episodio todo parta de cero.
De ambos lugares bebe “Los Soprano”, sin duda una de las mejores series que se han hecho en los últimos años, un punto que remarcó Costa al decir “Dicen que el mejor cine se está haciendo en televisión, yo no estoy de acuerdo con eso. Los Soprano no es cine, pero es una gran serie de televisión”.
Igualmente hay que considerar el tratamiento de la figura central, Tony Soprano, que si bien es un mafioso no es realmente un capo según lo que pensamos de primeras (sin duda Corleone vendrá a la mente de muchos), más bien un jefe local que trabaja en New Jersey y depende de los que mandan sus jefes en Nueva York. Esto es algo, según explicó el ponente, que ya vemos en la apertura de la serie (ver vídeo siguiente) en la que claramente se muestra un viaje entre estas dos ciudades y posteriormente aparecerán algunos de los espacios que serán característicos.
Otro punto que marca las líneas que se seguirán es la cercanía, nunca hemos estado realmente tan dentro de la vida de un mafioso o sido parte de su vida de esta manera. Nuevamente esto está reflejado en la apertura, con esos primeros planos de Tony Soprano que casi dicen “estás a su lado, eres uno más de la familia”.
Sin olvidar que, en esencia, Tony Soprano es Homer Simpson. No fueron estas las palabras exactas que dijo Jordi Costa pero casi y provocó una carcajada general entre los asistentes desconcertados por semejante afirmación que, por otro lado, tenía todo el sentido del mundo según las explicaciones que daba a continuación. Las series televisivas se basan en arquetipos bastante claros con los que todos, en uno u otro momento, podemos vernos representados por ellos y sin duda alguna uno de los más conocidos es el padre, la teórica figura de autoridad.
Son muchas las comedias en que se pone en duda que realmente el padre de familia sea el capitán del barco, ya desde la mítica “The honeymooners”, “Los Picapiedra” y por supuesto “Los Simpson” que es el máximo exponente de padre paródico de los rayos catódicos.
El personaje que interpreta James Gandolfini se encuentra en este punto, pero su vertiente paterna no solo cae sobre su familia directa, también sobre su “familia” y es que no debemos olvidar que estamos hablando de mafiosos, en concreto de la degradación de un mito, alejados de esa idea romántica que otros directores nos han acercado, por ejemplo“Uno de los nuestros” (Martin Scorsese, 1990) con la frase "Que yo recuerde, desde que tuve uso de razón, quise ser un gangster" ya en la primera escena. Tampoco debemos olvidar “El Padrino” (Francis Ford Coppola – 1972) que es la quintaesencia del capo y del mafioso romántico, mítico e idealizado, con el que “Los Soprano” se enfrenta y discute.
Una muestra de ello es uno de los primeros episodios de la segunda temporada en que Tony Soprano, junto a otros miembros de “la familia”, están intentando ver la ya citada obra maestra del cine sobre la mafia pero sin llegar a lograrlo por culpa del DVD. En esta breve escena hablan sobre su momento favorito, que para el protagonista es cuando regresa a Sicilia, su realidad (la de Tony Soprano) se ve golpeada por idealización a la que él mismo se ha sometido.
Parte de los problemas que surgen a este hombre es que no se acepta a sí mismo de personaje trágico, lo que indefectiblemente lleva a que precise terapia -“que no le hace ser mejor persona, le hace ser mejor mafioso”, dijo Costa - que además realiza con una mujer, poniendo en duda (dentro de los parámetros de la serie) su capacidad de jefe y su hombría. Extrañamente esta no aceptación y la idealización se entronca con la nuestra, ya que Tony Soprano bien podría ser nuestro Edward Hyde y es que hace todo lo que a nosotros nos está prohibido, es la representación de ese mal que a veces anhelamos, de salir de nuestra vida cotidiana para alcanzar la suya que es, precisamente, lo que él mismo desea hacer, abandonar su día a día para poder ser ese personaje de shakespeare que es Vito Corleone.
Y precisamente esto es lo que muestra el final de la serie. Vamos a irlo revisando con las ideas que Jordi Costa fue dando, os recomiendo que volváis a ver el vídeo con el que comienza este escrito.
Nada más entrar lo que ve es el mural pintado al fondo, con esa casa que estaba en sus recuerdos del coma, semejante a la que no llegó a entrar y que podía representar el paso al otro mundo. Acto seguido le vemos ya sentado en la mesa, debajo del citado mural, pero sin que en ningún momento haya una unión entre los dos momentos, estaba de pie mirando y justo está sentado. En opinión de Costa esto puede entenderse como que realmente no está sucediendo, que lo que nosotros estamos viendo son solo los pensamientos del protagonista que se está imaginando esa escena.
Uno de los elementos más importantes es la campanilla de la cafetería en la que se va a reunir la familia, esta irá marcando el ritmo de la escena y cada vez que suene la mirada de Tony se levantará para ver quién entra. Esto tiene dos lecturas, la primera es que la paranoia sobre su posible muerte no le permite un momento de relajación y por eso está pendiente de las personas que pasan el umbral, la otra es que sencillamente está esperando a que sus hijos lleguen y por eso mismo, igual que haríamos cualquiera de nosotros, está atento a ver si aparecen.
La joven pareja que está por detrás de ellos es una representación del matrimonio Soprano cuando eran jóvenes, ilusionados y enamorados, antes de la degradación que ha ido sufriendo, los engaños y quizá representa un intento de redención.
Cuando Tony pregunta por sus hijos, su mujer le hace saber que su primogénita está en el médico para cambiar de anticonceptivo, lo que parece no termina de hacerle gracia. Esto bien puede relacionarse directamente con el plano final y con el pensamiento de que quizá lo que realmente sucede es que está preocupado por su hija acerca un posible embarazo o aborto.
A la entrada del chico lo hace también el personaje que igual es su asesino, pero al que no llega a prestar atención por que ha llegado el muchacho. El joven está empezando a trabajar en la industria del cine y con el tiempo puede ser el que haga su propio “El Padrino” con la vida de Tony Soprano.
La mirada del protagonista y del “asesino” nunca se cruzan. El único momento en que podría ser, al entrar otros personajes por la puerta, no llega a tal ya que la joven pareja nombrada antes se está riendo con lo que no llega a escucharse la campanilla. Después se marchará al servicio y no sabremos más de él.
Puede verse una relación con la última cena de Cristo, incluyendo el momento de la Eucaristía que se representa al comerse los aros de cebolla que han pedido para picar antes de cenar. Algo que viene de la mano de Tony Soprano pero que su hijo comenta nada más sentarse a la mesa, pero su padre se ha adelantado al pedir.
Mientras todo esto sucede, la hija está fuera aparcando y logrando crear un momento de tensión en lo que realmente no lo es (así es la grandeza de la serie). Termina y sale hacia la cafetería, a la que realmente nunca la vemos entrar. Suena la campanilla, Tony levanta la vista y se corta a negro. Sin fundido, sin música y sin saber nada más. En este punto es donde las dos teorías tiene su momento de duda y de ser válidas.
Por un lado tenemos la que indica que sencillamente lo que quiere decir es que la vida sigue, es un día más que no termina ahí y por eso el corte brusco. La cara del protagonista puede ser por lo comentado antes del embarazo.
Pero también está el hecho de la muerte. El corte a negro es el brusco final de su vida, asesinado por el hombre que ya ha salido del servicio, cuando el personaje de Gandolfini más distraído estaba. No hay nada más allá de este punto, solo negro y silencio, ya que él mismo no llegará a ver lo que sucede.
En opinión de Jordi Costa el final es un día más en la vida de la familia Soprano, Tony está tranquilo y sin paranoia alguna, mirando solamente la llegada de sus hijos que anuncia esa campanilla, pero también piensa que lo que estamos viendo es precisamente el asesinato del mafioso como elemento que cierra la serie.
Por supuesto, igualmente lo dijo el ponente, hay páginas y análisis (incluso en libro) al respecto y que el único que realmente sabe lo que le sucede a Tony Soprano es el propio Tony Soprano.
Así, de una forma algo acelerada (las dos horas que tenía Costa eran demasiado justas para todo lo que quería contar) llegó también el final de esta charla, en una sala que apagó sus luces al terminar de salir la gente quedándose en negro y sin música.