La imagen de Pemex, en primer lugar Ahora bien, a México no le convenía por ningún motivo hacer sentir a la opinión pública mundial que no era capaz de manejar los hidrocarburos; por eso buscaban salidas. Recuerdo perfectamente que cuando mencionaron en una de las juntas a una fábrica de aceites, que pudo haber sido causante de esa tragedia, entonces yo tomé la palabra y les dije: Si van por ese lado, buscando chivos expiatorios con los industriales, ¡Cuidado!, párenle ahí, porque habrá muchas cosas qué decir en ese sentido. Con los industriales no se metan, les dije categóricamente, y esto fue útil porque luego buscaron otras alternativas, otros pretextos.
Responsabilidad nunca aceptada
Es más, tan fue evidente la culpa de Pemex, que este señor Rojas, que sigue ocupando altos puestos en el Gobierno, nunca asomó las narices por Guadalajara porque sabía de la enorme indignación local en ese sentido. Pero luego buscaron otros chivos expiatorios, creo que fueron siete, y pronto quedaron sólo dos o tres, entre ellos los ingenieros Enrique Dau Flores y Aristeo Mejía Durán, que fueron a dar a la cárcel. ¿Cuál fue la situación real?, que no hubo la previsión necesaria, y en un momento dado se encontraron en el drenaje dos elementos, el agua residual y la gasolina; entonces hubo ahí una ionización, un desgaste natural y sucedió la desgracia. Ahí es donde yo siento que toda la responsabilidad fue de Pemex, y esto nunca se aceptó como tal. Fuente: Rogelio Hugo Ramírez Martínez. Abriendo Brechas. Memorias (2010). Imagen de archivo.