Anoche soñé que el trabajo no ocupaba más de una quinta parte de las 24 horas de un día; que existía
Anoche soñé que podías dormirte por la calle si te entraba sueño, tan sólo dando un pequeño salto y quedando suspendido en el aire y apoyado sobre grandes y mullidos almohadones durante un rato; que en cada esquina había una fuente en las que podías disponer de agua; que comías en función de lo que realmente necesitaba tu cuerpo; que cada día era vital oler quince flores, saborear tres chocolates, ver una puesta de sol o un amanecer, disfrutar metiendo los dedos en gelatina y escuchar sólo buenas noticias.
Y anoche soñé que soñaba con todo esto y que sólo tenía que creérmelo para que fuera verdad.