Obviamente (nunca mejor dicho) me refiero a los que ha padecido Angela Merkel. Hay imágenes que causan impacto por lo que tienen de singular e inesperado. Sin duda la de la canciller alemana de pie y oyendo un himno fue un buen ejemplo.
El tema causa la lógica inquietud, aunque ella, con la seriedad que la caracteriza, quita hierro al asunto y pide tranquilidad.
Parece que es un temblor ortostático que puede ser consecuencia de algún medicamento y hay quien se aventura a atribuirle un origen psicógeno a pesar de que parece improbable que con su veteranía experimente ansiedad o intranquilidad.
En cualquier caso, cuando acabe la legislatura habrá que lamentar su ausencia en estos tiempos de euroescepticismo porque escasean los líderes solventes y eficaces que se muestren claramente europeístas.