Entré en los dos años sin darme cuenta, y pensando que esta famosa frase no era para mi, que mis niños eran muy bueno y que eso de la primera adolescencia de los 2 años era para niños rebeldes o maleducados.
Ahora que estoy bien metida en los dos años (y bien metida) me doy cuenta que en esa frase la palabra terrible debería ir en mayúsculas y con letras rojas.
No sé ni por donde empezar a contaros, como me pasa cada noche después de acostarlos al mirar el desastre de casa que me han dejado, que tampoco sé ni por donde empezar.
Cada uno de ellos tiene sus cosas, el más rebelde sin duda es mi Flaquito. Igual se mete en mi rincón de costura y me enciende la lampara o me tira la caja de cintas de bies al suelo y se pone a arrancar los cartones de las cintas y a esparcirlos por el suelo, cuando le pillo porque le noto callado y le busco con la mirada, le riño en la distancia. Su reacción es reírse, a veces disimular como mirando para otro lado, a veces se queda quieto como si fuera un camaleón pensando que si no se mueve no le veo, todo menos hacerme caso en lo que le digo.
Cuando uno de ellos tiene una genial idea destrozadora, claro a los otros dos les encanta. Ahora que arrastran las sillas de la cocina y se suben para alcanzar cosas que dejo espresamente en la altura para que no lo toquen mi casa ya no tiene lugares seguros. Los líquidos se vierten por todas partes, los papeles se llenan de rayas, los juguetes se reproducen y se multiplican más que las cucarachas,...
Además de todo esto han aprendido a abrir las puertas, tengo que tener mil ojos para que no se me escapen porque lo del silencio ya no es aviso con tres peques, si uno se ha escapado al baño y está vaciando un bote de crema no me entero así rápidamente si los otros dos están cantando y yo estoy cosiendo o haciendo la comida, así que para cuando me doy cuenta el desastre ya está montado. También tengo que tener muchísimo cuidado con mis telas y mis prendas del trabajo, si me despisto pueden coger el delantero del vestido que estoy cosiendo y utilizarlo de trapo para limpiar algo que han tirado al suelo y te miran con cara de mira que bien he hecho que lo he limpiado....
Me cambian los programas de la lavadora o me la paran, o me la vacían y reparten la ropa sucia por la casa si la tenía llena pero sin poner. Hacen lo mismo con el lavavajillas, o con los mandos de los fuegos de la vitrocerámica.
Yo muchos días acabo loca, lo reconozco. Yo solía ser una persona tranquila, más pancha que una patata, un remanso de paz. Pues ahora los vecinos deben pensar que soy una loca desquicidada por los gritos que sin duda debe oír cada día. Los niños ya repiten mis frases más comunes como"colla kina!= "¡fuera de la cocina!"; "guinaaa"="¡mira que ruina!"; "al tolo!"= "¡Al suelo!" .....
Así que hoy os confieso un poco de esta pesadilla de mi día a día...esos TERRIBLES 2 años. Y digo yo, si se llama así esta etapa se supone que a los 3 para ¿no?