Los terroríficamente olvidados de los 80: `Atracción Diabólica´

Publicado el 29 junio 2011 por Cinefagos


A George A. Romero siempre se le recordará por ser el papá de los zombies. Aunque como bien ha dicho en más de una ocasión, dichos no-muertos ya existían antes de que el nos ofreciese La Noche de los Muertos Vivientes. La leyenda ha quedado ahí y su nombre siempre va a estar ligado a esos caminantes sin vida que van buscando su buena dosis de carne para saciar un apetito que a más de uno le puede extrañar. En otras películas se llegó incluso a comentar que los zombies buscaban degustar cerebros (La Divertida Noche de los Zombies), a ser posible… ¡vivos!. Pero no voy a ser yo quien critique los gustos gastronómicos de dichos seres. Cada cual a lo suyo y a correr. Zanjado el tema de Romero y sus personajes más conocidos a nivel mundial, vamos a recordar una de sus mejores películas -de nuevo tendría que decir “en mi humilde opinión”, pero creo que esas cosas son obvias-.

Atracción Diabólica sería dicha película. Un título que una vez más dista mucho del original (Monkey Shines), pero que en España (y supongo que en otros países que traducen los títulos según les viene en gana) se optó por poner el susodicho, digno de un telefilm de antena 3, probablemente la cadena que más películas ofrece con una parte del título que acaba en “mortal” o “letal”. Algo curioso a la par que divertido si lo analizas un poco.

 Nos tendríamos que situar a finales de la década de los ochenta, más concretamente en 1988, que fué cuando se estrenó la película de Romero. Sin embargo, dos años antes se estrenó otra película donde un orangután, más feote que el mono que nos ocupa, le hacía la vida imposible (aparte de que estaba algo salido y eso siempre incomoda) a Elisabeth Shue (su hermano era el cabezón que aparecía en Melrose Plase, algo que descubrí años después). Otra película que tendremos que comentar en su momento, ya que merece la pena. Mencionaba esto porque en un corto espacio de tiempo los espectadores pudieron disfrutar de dos películas donde los monos (con permiso de los que dominaron la tierra y acabaron con la paciencia de Charlton Heston) ponían en dificultades al ser humano. Convirtiendo sus buenos modales en una pesadilla digna de una película de terror.

El protagonista absoluto de Atracción Diabólica, con permiso de los humanos, es un Titi. Un mono ubicado en el Amazonas y que más de uno recordará si ha visto la película En Busca del Arca Perdida. Sí, ése que muere envenenado y que inconscientemente salva la vida de Indiana al comerse una cosa que no debía. Dicho mono es pequeñajo y gracioso debido a su aspecto. Pero como cualquier animal… más vale no cabrearlo porque entonces es cuando enseña su parte más salvaje.

Lo bueno de esta película es el planteamiento, donde Allan Mann (Jason Beghe) se encuentra en una de las situaciones más dramáticas que nos podamos imaginar. Es tetrapléjico. Tan sólo puede mover la cabeza y depende enteramente de la ayuda externa. De ahí que en un primer momento sea reticente a que la ayuda venga de un pequeño animal, entrenado eso sí. Aunque más tarde demostrará una dependencia tanto física como psicológica hacia ese diminuto ser.

No es hasta la aparición de Melanie Parker (Kate McNeill) cuando la cosa empieza a complicarse. Porque como se ha dicho en más de una ocasión, no hay nada peor que una mujer (sea humana o animal) despechada. De ahí que nuestra adorada, en un primer momento, Titi acabe convirtiéndose en una pesadilla.

Romero juega muy bien con sus armas. Por una  parte por la indefensión que sufre el protagonista, no sólo confinado a una silla de ruedas, si no por la también inutilidad de sus extremidades superiores. Es decir, eleva al cubo los problemas que alguien podría sufrir en una situación de incapacidad. No es de extrañar que el pequeño tamaño del mono se agrande ante el handicap antes mencionado.

De nuevo, no podía ser de otra forma, se juega con esas relaciones entre hombres y animales. Donde el amaestramiento no conlleva necesariamente (no tiene que hacerlo realmente, por mucho que se quiera) en la supresión de los instintos más primigenios. Y es que una cosa es enseñar y otra bien distinta cambiar por entero la personalidad innata de alguien (sea humano o no). La agresividad con que Romero muestra algunos momentos de la película no es si no el exponente de lo que la pequeña mona está sufriendo en su interior. La territorialidad o el sentimiento de posesión es algo que todos acabamos teniendo en nuestro interior, de ahí que se exponga de una manera natural pero al mismo tiempo aterradora por sus consecuencias más inmediatas.

No hay exceso de hemoglobina, ni de sustos predecibles (aunque los hay), lo cual es de agradecer. Pero sí momentos que denominaría de “alta tensión”. Porque ver a tu amistosa y querida monita jugando con una navaja de afeitar cerca de la que mujer que quieres (la mencionada está inconsciente en el suelo) no es algo precisamente que quieras ver.

Algunos puede que critiquen la actuación de Jason Beghe (en Imdb he leído una crítica al respecto), el cual parece que hay momentos donde su expresividad no va acorde con lo que requería la escena. Sin embargo, no es un gran obstáculo para disfrutar de lo que Romero quiere plasmar.

Al final Atracción Diabólica acaba siendo una película donde el suspense y el terror (más lo primero que lo segundo si somos justos) dan al espectador no pocos momentos de angustia y acongojamiento, que es lo que queremos al fin y al cabo. Simplemente, poniéndonos en la piel del protagonista, nos haremos una idea del “papelón” que tiene que soportar y preguntarnos como saldríamos airosos del mismo.