Ahí está el valiente Rajoy enfrentándose a Merkel, Mercados y Cía. Y con dos… ha dicho que él es soberano y que del 4,4% de déficit nada de nada. Que para este año el techo es del 5,8%. Punto y basta.
Claro que esa no es toda la verdad. El valiente Rajoy parece que ya había hablado con sus amos europeos y que estaban todos de acuerdo. Lo que ocurre es que así parece que Rajoy es un héroe y que hay que seguirle donde vaya, aunque sea a Laponia.
Una vez aclarado que el presidente pepero sigue tan sumiso como su antecesor a sus amos, conviene hablar del déficit de este año.
Significa ni más ni menos que, además de los 16000 millones de euros de recorte por las medidas ya tomadas ya, habrá que recortar otros 14000 millones. Una bobada. A finales de mes sabremos por dónde van los tiros, aunque no hay que ser muy listo para imaginar que nos seguirán fusilando a los mismos.
Pues bien, ese déficit que se ha de cumplir este año entre los tres niveles del Estado, se distribuyen así: El déficit del Estado central será del 4%, el de las CC.AA. el 1,5 y el de los ayuntamientos e. 0,3%.
Lo que ocurre es que no todos los escalones del Estado tienen la misma posibilidad de recortar. Al menos de recortar sin que ello repercuta en los servicios públicos.
El Estado Central, podría jugar con nuevos impuestos, con recorte en las subvenciones, y en otras partidas sin tocar la educación y la sanidad (me temo que no lo hará).
Sin embargo, en el caso de las CC.AA y, sobre todo, de los Ayuntamientos, la cuestión es mucho más complicada. Los márgenes son mínimos. Las CC.AA. pueden jugar, difícilmente, con aumentar o imponer algún impuesto (p.e. el céntimo sanitario) o de recuperar alguno de los que indiscriminadamente habían suprimido, como el de patrimonio, pero es verdad que las grandes partidas del presupuesto, el 85% de los gastos, van destinadas a las partidas de Educación, Sanidad y Servicios sociales.
El recorte en los ayuntamientos es todavía más complejo. Privados de las tasas urbanísticas, desde que estalló la burbuja, no tienen más margen que los impuestos locales y las asignaciones del gobierno central y de las CC.AA, que en la situación que están difieren sus pagos y los retrasas de tal forma que ponen en peligro su economía. Mientras que tienen que mantener sus servicios con menores ingresos.
El esfuerzo ha de ser, fundamentalmente, del gobierno central, que es quien maneja la política fiscal y tiene márgenes para reducir gastos en muchas partidas. Por ejemplo, las subvenciones a la Iglesia Católica o al Ministerio de Defensa. O podría poner un impuesto especial a las grandes fortunas, al igual que han hecho en otros países. O perseguir seriamente el fraude fiscal, entre otras cosas. Y lo puede hacer sin tener que tocar los pilares del Estado del Bienestar.
Por lo tanto la responsabilidad máxima es del gobierno central que tiene la sartén por el mango y puede recortar, y además hacer algo absolutamente necesario, tomar medidas para reactivar la economía, impulsar el consumo y reducir el paro.
No es malo reducir el déficit. Lo malo es hacerlo a costa de los de siempre y no tomar otras medidas que reactiven la economía y puedan crear empleo. Y ahí es donde se encuentra este gobierno. Con esas premisas están haciendo que los que sufren la crisis la paguen, mientras que quienes la han provocado se irán de rositas.
Salud y República