Después de unos días de vacaciones muy lejos de Euskadi, la experiencia me ha demostrado que o pones cambio horario de por medio o no hay manera de desconectar, me ha sorprendido mucho la intensidad del debate en torno a los toros que he visto a mi vuelta.
No tanto en lo que tiene que ver con Cataluña, que ya venía de largo, sino el debate en Euskadi.
Y me extraña, porque con la intención de iniciar ese debate le pregunté al Lehendakari la opinión de su gobierno sobre el tema, pero ningún medio de comunicación se hizo demasiado eco del asunto.
De todas maneras, sea como fuere, me alegro de que al menos, el debate esté encima de la mesa.
Voy a empezar por reconocer que en el pasado, he asistido a alguna corrida de toros en Bilbao. Sería ridículo no hacerlo, pero por si acaso.
Y también voy a reconocer que he visto faenas que me han parecido francamente bonitas, incluso artísticas, si no fuera porque al final, mataban al toro.
Y ahí es donde yo ubicaría el debate, es decir, si se puede considerar lícito un espectáculo que implica, necesariamente, maltratar a un animal.
Cualquier otro elemento del debate no es más que atrezzo, si es arte o no lo es, si es cultura o no lo es, si es tradición o no lo es, en el fondo, da lo mismo, ya que aunque fuera arte, cultura y tradición, para mi, por ejemplo, seguiría siendo ilícito.
Y bueno, ya el argumento que ya me parece de risa es ese del PP que achaca a todo el colectivo anti-taurino un sentimiento anti-español.
Es como decir que si a uno no le gusta la tortilla de patata o la paella, es independentista, aunque sea de Madrid.
Conclusión, que el debate está en la mesa, que espero que también podamos tratar el tema en el Parlamento Vasco el próximo curso, por mucho que al Gobierno Vasco y a otros partidos les incomode, y que en las votaciones nos veremos.