Hay veces en que ni saber granmática te salva a la hora de decodificar la información. Llegan noticias de cambio en América Latina y al comentar con personas preparadas y mejor informadas que la media; personas que me consta, están convencidas de la necesidad de un cambio en este país y lo desean tanto como yo, y resulta que las veo repetir como un catecismo las mismas opiniones de una señora que comenta en la televisión, quien no se caracteriza por la agudeza de argumentos, o de los locutores e invitados de TeleSur, que aunque sea paradigma de la manipulación mediática de la ¿izquierda?, al menos tiene el pudor de cubrir los acontecimientos “en pleno desarrollo”, y cuando reúno esa información con la que obtengo de otros medios, puedo juzgar por mí misma.
Estos comentaristas de los informativos tienen la costumbre de traducir al público cubano las intenciones, la personalidad, los proyectos de los opositores (a los intereses del gobierno, si es afín al gobierno cubano), pero nunca, para variar, me dejan escucharlos en boca de sus protagonistas. Así, Macri, el flamante presidente argentino casi siempre es “el millonario de ultraderecha” y “el neoliberal”, un hombre terrible que sistemáticamente y por pura envidia desmontará todas las conquistas del “Decenio Ganado”, como denominan a la era Kirschner.
Ayer, ese señor terrible me sorprendió con un discurso contemporizador y patriótico. Sin subidas de tono ni alardes histriónicos, parece un individuo lo suficientemente inteligente para no desechar lo positivo que dejen sus antecesores. A pesar de los lúgubres tonos con que me lo pintaron, es consciente de que gobernará con la aprobación de la mitad de los votantes y por tanto, fue muy atinado al tender puentes para el entendimiento. Hablar de lucha contra la corrupción, del carácter independiente de la Justicia y el apego a la ley suena muy bien para América Latina donde ambos asuntos son flagelos que corroen el bienestar ciudadano.
Con la oposición venezolana que acaba de copar el Parlamento, me he quedado con las ganas de saber qué piensa, pues mis informativos solo refrendan lo que harán los perdedores: vi a Capriles en pantalla, pero para quien no lo conozca, era una cara de fondo pues su imagen apoyó en off por unos segundos a uno de estos traductores que, cual predicadores del Armagedón, no cesan de vaticinar catástrofes.
Y tiene que haber nerviosismo y mucho entre los despojos de chavismo que ha logrado Maduro, pues las prerrogativas de semejante mayoría opositora en la cámara van desde reasignar cargos cruciales (como el de la propia Tibisay Lucena, presidenta del Consejo Nacional Electoral), hasta promover referendos y cambios en la Constitución.
Pero de eso no se habla; los cubanos vemos en pantalla a venezolanos alebrestados asegurando que no se dejarán quitar la revolución; viendo semejante desfogue ante las cámaras, yo les diría: –quédense con la revolución mientras los demás venezolanos se ocupan de recomponer un país.
No me detengo en el tratamiento de los sucesos en Siria, en Rusia, en Brasil, en España, en China o en Estados Unidos, porque me rendiría la fatiga; mientras, los traductores con banda ancha para ver cuanto periódico, página web, entrevista o análisis se publica, elaboran una versión corregida y degradada de la realidad para la masa.