Hace poco repasé los trastornos de personalidad. Se calcula que entre un 5 y un 15% de la gente tiene un trastorno de la personalidad. Se definen en general como personas con personalidades muy rígidas, tanto que su forma de ser les llega a perjudicar o deteriora su entorno. Entre ellos, el más común es el trastorno de la personalidad dependiente. Como suele pasar cuando se habla de personas, nada es blanco o negro, hay infinidad de matices. Así que yo de momento estudio los trastornos sobre el papel. Luego en cada persona cambian mucho. Incluso una persona puede tener varios y la combinación puede resultar totalmente distinta a cada trastorno por separado.
Pero si vamos un poco más allá, aprender a diagnosticar es útil para la comunicación entre profesionales, diagnósticos formales para definir una minusvalía o una baja laboral, para trabajos de investigación, estadística... En fin, que si nos paramos a pensar, sirve para muchas cosas y pueden también mejorar la situación de los pacientes. Además, que aun teniendo muchos recursos todavía se puede mejorar mucho más, por lo tanto hay que seguir investigando y estudiando.
Cuando consiga una plaza PIR, tendré delante a los pacientes y pondré en práctica muchas técnicas que he aprendido en la facultad, trabajos de grandes psicoterapeutas como Marsha Linehan, la Terapia Dialéctica Conductual y el Programa STEPPS. Estos son ejemplos de lo que se puede hacer, pero no es ni mucho menos que la punta del iceberg. Total, que me preparo con ilusión para ese momento en el que por fin pueda ejercer mi vocación: la psicología.
Os dejo con una novela de un compañero también psicólogo. Se titula "Cómo fabricar cocaína con harina y otros productos que puedes encontrar en tu propia casa". Su protagonista y narrador de la historia tiene un trastorno de personalidad, quizá más de un tipo y además muy grave. Si os interesa este tema o por curiosidad, podéis conseguirlo haciendo clic en el título.