Los últimos pasos de John Keats también se escriben bajo las coordenadas de otra aventura; la aventura que inicié un día de enero cuando me lancé al mar en busca de una playa. Lo hice de noche y sin el sentido de la responsabilidad que guía la mayoría de mis actos como persona. De esa irresponsabilidad dañada por mis impulsos llegué a Playa de Ákaba, y ahora que acabo de llegar a la orilla de Playa de Ákaba, y estoy feliz por ese hallazgo de la tierra firme puedo confesar que llegar aquí, significa, entre otras cosas, que se ha terminado una parte del viaje. Este final, sin embargo, implica el comienzo de otro. Ahora la novela ya será de los lectores, pero por mi parte, quiero deciros que el camino recorrido hasta aquí ha sido inquietante y fascinante a partes iguales. Desde que empezó el 2014, todas las noticias relacionadas con la novela han sido positivas, estimulantes y muy enriquecedoras, por eso solo quiero expresar un deseo: ojalá que continúe así el resto del año. También me gustaría aprovechar este momento de euforia y felicidad, para expresar mi más profundo agradecimiento a todos aquellos que de una forma directa han participado en este proyecto: Ramón Alcaraz, Luisa Núñez, Enerio Polanco, Óscar Solana, Adriano, Guillermo Pérez Masedo, Susana Lado, Javier Rodríguez, Daniel Cortés, Alicia García, Anamaría Trillo y Lorenzo Silva. Y de una forma especial a Noemí Trujillo, por convertirse en la luz de mis palabras y en el corazón de este viaje; y a África Silvelo por hacer suyo este sueño desde el primer día y llevarme en volandas hasta la orilla de la playa, convirtiéndose de esa forma en mis pulmones. Y a Manuela Pérez Masedo por mostrarme el camino…
Ángel Silvelo Gabriel.