A partir de ese momento la presencia de esta preciosa ave en el pantano comenzó a declinar de forma inexorable. Aunque es verdad que continuó arribando un buen número de parejas cada temporada, la reproducción fue mermando sensiblemente, y así yo mismo en 2012 pude constatar la presencia de 6 parejas y un único juvenil. El número de aves continuó menguando, y no pude anotar otro pollo hasta el pasado 2015, lo vi a los pocos días de nacer y dudo que saliera adelante.
Esta temporada de 2016 tan sólo he podido contabilizar un par de ejemplares (uno de ellos el de las fotografías), y además no parecen formar pareja, ya que cada uno va por su lado. Son los últimos valientes, quizá los últimos somormujos que han nacido aquí y vuelven a su lugar de origen de forma repetida. Sin embargo para ellos el embalse se ha vuelto un lugar inhóspito. Las actividades humanas, principalmente la pesca y el piragüismo intensivo, han terminado por desalojarlos de forma casi definitiva.