LA VERDAD TIENE LAS MANOS SUCIAS
El Sol saldrá a las 18,01h. y se pondrá a las 18,08h.
Uno se pregunta cómo es posible que todavía estén llegando a estos lares niños procedentes de familias que en su día vivieron en Chernobil. Nos hemos acostumbrado a que cada año vengan a pasar el verano los hijos de los hijos de aquel desastre. Allí ocurrió lo que, según los expertos, nunca podía llegar a pasar y desde entonces algunas personas trasladan a sus descendientes la peste del siglo XX.
Fue en el mes de Abril de 1986, año del cometa Halley, cuando los teléfonos de los gobiernos europeos escupieron fuego de preocupación por una nube que, descontrolada, amenazaba a gran parte de Europa. A la población del norte y centro del continente se le recomendó no salir a la calle, astenerse de ingerir verduras, leche fresca y alimentarse de conservas y productos recolectados los días anteriores del desastre. A la mitad del continente, en especial a los habitantes de los países del Este, se les recomendaron dos duchas al día con agua a presión y se aconsejó que los niños no jugaran en lugares arenosos, ni en prados.
Consulto las hemerotecas y me resulta increíble qué rápido hemos olvidado que las cosechas de trigo de Ucrania y gran parte de la Unión Soviética tuvieron que desecharse. Al tiempo que se impedía que los animales salieran de los establos y se recurría a piensos antiguos para la alimentación del ganado. Realmente darse un recorrido por la prensa de la época produce alarma y anima a uno a preguntarse cuánta información se ocultó a la población.
Los expertos consideraron que la fusión del núcleo de la central produjo una radioactividad equivalente a unas 700 bombas de Hiroshima. De ahí que países distantes casi 2000 kms se vieran seriamante afectados. El Gobierno soviético ocultó el suceso hasta que los suecos, escandalizados por los altos índices de radioactividad, pidieron explicaciones. Increíblemente, no se tomó ninguna medida durante los primeros días ni se evacuó a las poblaciones afectadas. Desde entonces, los descendientes de estas personas son portadoras de un gen extra: el de la radioactividad.