La empresa francesa de prospectiva Futuribles International, en su publicación de agosto de 2013, destaca en el editorial que firma Hugues de Jouvenel el siguiente extracto acerca de una encuesta realizada sobre los valores de los Europeos.
La crisis económica y social, lejos de revestir un carácter
puramente coyuntural, resulta sin duda una mutación estructural entre un modelo
de sociedad que no termina de morir y otro que no termina de nacer. Y si
algunos se oponen a esta mutación radical, otros por revancha son ya los
actores.
Este fenómeno no resulta solamente de una transformación
profunda del contexto socio-económico. Se enraíza también en una evolución de
los valores y los comportamientos individuales y colectivos que, evidentemente,
no hacen un todo. Algunos se aferran, sobre todo en un periodo de
grandes incertidumbres, a un orden moral que consideran en declive; éstos pueden
incluso estar en el origen de movimientos sociales más o menos importantes y
radicales. Otros, al contrario, reivindican cada vez más una libertad
individual de pensar y tratar que, a pesar de algunos temores, no entraña
necesariamente la abolición de toda regla colectiva, la atomización de la
sociedad y no convierte en imposible la emergencia de una nueva manera de
vivir juntos y de producir un nuevo orden colectivo.
La cuestión que se plantea así y a la cual los lectores de
Futuribles no pueden quedar indiferentes, es saber cómo evolucionan los valores
fundamentales de nuestros contemporáneos: los que se reclaman de un orden
superior, generalmente de inspiración religiosa, que trascendería las
voluntades personales; y los que entienden al contrario afirmar la primacía de la
libertad individual y el derecho de cada uno a decidir por sí mismo su modo de vida.
Philippe Portier, refiriéndose a Friedrich Hegel y Thomas Hobbes, han expuesto
reiteradamente en sus publicacines cómo se explicaría la diferencia entre
la Antigüedad y los Tiempos modernos, subrayando la afirmación siempre más
fuerte, al hilo del tiempo, de la libertad individual al encuentro del respeto
de un orden “teocentrado”.
¿Cómo ha evolucionado esta tendencia en el curso de los
últimos decenios y qué influencia tiene sobre la dinámica del cambio social en
los países europeos? Estas son las cuestiones a las que, en base a investigaciones sobre valores llevados desde hace 30 años, los autores de
la investigación entienden aportar importantes elementos de respuesta. Si
la tendencia a la individualización de las sociedades no cesa de afirmarse, señalan,
ésta no debe en ningún caso ser asimilada al individualismo y al “cada uno para
sí”, al declive de los valores colectivos y al rechazo de todo orden colectivo.
Pierre Bréchon, director de la publicación, explica lo que son estas encuestas sobre
los valores de los europeos y en qué países se han realizado. De aquí se deduce
claramente la tendencia creciente a la individualización de la sociedad, que
es meridianamente más marcada en los países escandinavos y en los grandes países de
Europa del Oeste, que en los del Sur y el Este. Una tendencia claramente más
afirmada en los países de tradición protestante, en un menor grado en los de
tradición multiconfesional, sensiblemente menos en los de tradición ortodoxa o
musulmana.
Los autores subrayan esta tendencia y recuerdan igualmente que la permisividad de los euroeos
se desarrolla, pero no es idéntica cara a todos los comportamientos más o menos “desviados”,
además esta permisividad (tolerancia), contrariamente a una idea muy extendida,
se acompaña también de una demanda creciente de orden público. Muestran sobre
todo que la individualización no es nada contraria a los valores de vivir
juntos, que no sería responsable de cualquier desintegración supuesta del
vínculo social y de las solidaridades colectivas.
El caso de los países escandinavos es muy
esclarecedor porque testimonia, de manera particularmente ejemplar, la forma de
conciliar libertad y solidaridad, competitividad y cohesión social.
Estas encuestas revelan claramente la aspiración de los
Europeos al bienestar individual y colectivo, sea en la esfera personal o en su
vida profesional. Como los valores, contrariamente a la opinión pública,
evolucionan lentamente, especialmente bajo el efecto del relevo generacional, es muy esclarecedor lo detectado sobre una tendencia pesada, de
largo plazo; que sin embargo, no sabría excluir fenómenos de movilización
social más o menos frecuentes y violentos.
Estas tendencias plasman, como tantos otros trabajos de
Futuribles, la cuestión de una nueva forma de ser y de vivir juntos, de una
nueva forma de construir la sociedad de mañana que, hoy, se explica primero a
través de iniciativas locales más o menos innovadoras, más que a través de medidas
cautelares, también a menudo paradójicas, dictadas por las autoridades públicas.
Los Europeos, como señaló Tocqueville y ha recordado más recientemente el añorado Michel Crozier, parecen haber entendido que “la fuerza
colectiva de los ciudadanos será siempre más poderosa para producir el
bienestar social que la autoridad de un gobierno."
En resumen, el futuro
está entre nuestras manos, concluye Hugues de Jouvenel.