Revista Opinión

Los verdaderos fascistas son los que llaman fascistas a todos los que piensan diferente

Publicado el 08 diciembre 2018 por Franky
La palabra “fascista” se ha convertido en el látigo con el que una izquierda histérica porque su poder se derrumba golpea sin piedad a todo el que piensa distinto. España está llena de fascistas, pero los peores fascistas no son los que votan al PP, a Ciudadanos o a VOX, sino los que utilizan la palabra "fascista" para fustigar a todo el que piensa diferente. Son fascistas protegidos por el poder político de la izquierda, que cada día se hace más radical, arbitrario y guerracivilista. Ellos se sienten con autoridad moral para acusar a los demás de fascistas, pero en realidad son ellos los verdaderos fascistas, conocidos porque sus almas rezuman envidia, rencor, odio y deseos de violencia contra los que son distintos. --- Los verdaderos fascistas son los que llaman fascistas a todos los que piensan diferente El importante auge de VOX en Andalucia ha puesto de los nervios a la izquierda, que está sacando a la luz su alma más violenta e intolerante, durante décadas cuidadosamente ocultada. Perciben que los de VOX tienen el viento de la Historia a su favor y eso les saca de quicio porque pueden acabarse su poder y sus privilegios, lo que convierte a los más radicales en canallas llenos de violencia y odio.

Ante el espectáculo, es hora de que hablemos claro. Los peores fascistas son los que llaman fascistas a los que piensan distinto. Suelen ser rojos fracasados, envidiosos, revanchistas y con ganas de violencia, aunque son tan cobardes que necesitan actuar en manada. Su sueño es integrarse en una “Cheka” para fusilar, sobre todo a los que han triunfado y ganado dinero en la vida. Esos instintos bajos y a veces asesinos nunca los reconocerán, por miedo a que su alma diabólica sea descubierta.

Muchos pensadores afirman que, por su naturaleza, el socialismo solo engendra monstruos y que el Comunismo, el Fascismo y el Nazismo son sus hijos. El fascismo, en concreto, nació de la mano de un socialista, Benito Mussolini, con los modos y actitudes de ese partido.

Fascismo es adorar el Estado y hacerlo crecer hasta que asfixie a los ciudadanos y apague la libertad. Fascismo es ignorar la Constitución y las leyes para proteger y amparar a los que odian a España; fascismo es aliarse con nazis, totalitarios y amigos del terrorismo para conquistar el poder y mantenerse en él; fascismo es vender a España a cambio de más permanencia en la Moncloa; fascismo es mentir, abusar del poder y sentirse legitimado cuando ni siquiera se tiene la aprobación del pueblo en las urnas; fascismo es subir impuestos hasta saquear a los que trabajan y ahorran, ahogando la economía; el verdadero fascismo es aferrarse al poder no por servicio, sino para vivir el lujo y los privilegios que emanan del poder abusivo.

Los fascistas con poder tienden a rodearse de fascistas y a propiciar la existencia de trolles y descerebrados fanáticos y hooligans, de esos que bañan de pintura la vivienda de un juez decente y cumplidor de las leyes, como ocurre en Cataluña con las juventudes de la CUP y con las masas fanatizadas de los CDR y las asociaciones que apoyan el golpismo y la sedición.

El fascismo no consiste, como creen los descerebrados españoles, en votar y apoyar a la derecha, sino en poner al Estado por encima del individuo, que no tendría nada que buscar fuera del Estado, dado que todo le sería dado por este. Es lo que promueven el PSOE y Podemos, desde ópticas totalitarias. A cambio de protección, como las mafias, sólo exige de los ciudadanos (más bien súbditos) obediencia ciega y la renuncia a pensar por cuenta propia. Es también lo que ha construido en España el PP cuando ha gobernado, demostrando que desprecia los viejos principios liberales que sustentan a la derecha y que se ha dejado contaminar y dominar por la socialdemocracia.

La mal llamada "democracia española" es un auténtico "fascismo camuflado" porque el Estado lo controla todo y porque el sistema está pervertido, de manera que los partidos políticos controlan los tres poderes básicos del Estado, la economía, la sociedad civil y hasta el pensamiento, sin dejar apenas espacios para la libertad individual y la iniciativa privada.

El fascismo regresa como lo hace siempre, de la mano del miedo, reprimiendo, cargado de intolerancia, utilizando el poder para reprimir la libertad, acosando a los librepensadores, con un Estado cada vez más fuerte, alimentado con falsas promesas y engaños por la tribu de los totalitarios, lobos con piel de oveja. Cada vez que un país retrocede y se hunde, surge el fascismo.

El fascismo retorna y avanza por todas las esquinas y caminos. Lo hace ocultando su ADN porque carece de prestigio, pero está vivo y con ganas de aplastar. Los nacionalismos catalán, vasco y español, así como el estatismo de Podemos y el PSOE bajo la mano de Pedro Sánchez, son fascismos. El "Duce" subscribiría muchos de los comentarios de todos ellos, pero ellos, dentro de su pobreza ideológica, no ven o no quieren ver sus rasgos fascistas.

El fascismo puede definirse como la acumulación de todo el poder por parte del líder, del partido y de sus secuaces, transformándose todos en una banda indeseable que se apodera del Estado y que no tolera la existencia de un sólo gramo de libertad, independencia y pensamiento. Es lo que refleja el "sanchismo", con miedo al voto popular y apoyado por la escoria más radical: totalitarios de Podemos, golpistas catalanes, nacionalistas extremos y amigos del terrorismo.

¿Que más da que sea rojo, azul o negro, cuando lo único importante es que el fascismo acapara todo el poder y sus seguidores son capaces de cualquier cosa con tal de impedir que exista libertad y vida fuera del mundo férreo que ellos controlan?

El antidoto frente al fascismo es un cóctel de libertades y derechos que han sido conquistados por la Humanidad con esfuerzo y sangre, algo que cada día se muere más en España: el libre pensamiento, la libertad individual, el respeto a las leyes, la tolerancia, la participación en las decisiones, la democracia, el predominio del ciudadano, el respeto a la voluntad popular, la decencia y el castigo más duro para los corruptos y criminales que se atrincheran en el Estado....

Francisco Rubiales


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