Mientras la hembra es mucho más apagada y discreta.
Otro rasgo muy típico del verdecillo es la notable longitud de sus alas en relación a su tamaño, por eso al volar parece en ocasiones un murciélago; este macho, al caminar, parece que las lleve arrastrando.
El comportamiento del verderín guarda similitudes con el del otros fringílidos. Por ejemplo, a semejanza del verderón, anida en pequeñas colonias de unas pocas parejas. Para anidar suelen elegir zonas con mayor densidad de arbolado y árboles más altos que su pariente. Por ejemplo, esta pareja que llevo controlando hace unos días ha elegido un ciprés muy denso de ramaje para hacer el nido.
Y he apreciado que al igual que otro pariente suyo, el jilguero, los verdecillos se mueven en pareja a la hora de confeccionar el nido. Pero es la hembra la que suele recoger el material para hacerlo a su gusto. El otro día comprobé como recolectaba en una fachada, como se ve en este vídeo.
Cuando se alejó en dirección al nido me acerqué hasta allí intrigado para comprobar lo que podía ser, y esto es lo que me encontré: la verderina había estado arrancando una vieja tela de araña con algunas plumas adheridas, seguramente la sustancia pegajosa le sirve para afianzar la estructura del nido.
El macho acompaña siempre a la hembra, pero se suele mantener aparte y expectante. Su verdadera labor se inicia al llegar al emplazamiento del nido, como en otras especies de paseriformes, el verderín se pone a cantar de vez en cuando en un posadero en las inmediaciones del nido.
El canto del verderín es otra de las características de la especie, y resulta inconfundible, un gorjeo estridente y muy rápido compuesto por varias estrofas, que emite tanto posado como en vuelo. Además, mientras se mueve de un lado a otro está reclamando casi de continuo. Eso sí, cuando la hembra se va a seguir recogiendo material, él también.
El verdecillo no es escaso en Gozón, y se reproduce por todo el concejo, siempre en la proximidad de zonas arboladas. En invierno se vuelve mucho más raro, ya que la inmensa mayoría se desplazan a otras zonas, seguramente al sur de la Cordillera. Este invierno por ejemplo no detecté ninguno hasta finales del mes de febrero, cuando empezó su retorno.