El género de la space opera, las aventuras espaciales y otros temas similares siempre ha estado funcionando en mayor o menor medida. Quizás la ligereza que permite este género en cuanto a asuntos estrictamente científicos permite dar un paso más allá y hacer volar la imaginación. Martin lo consigue con su carismático Haviland Tuf, aunque no precisamente por originalidad.
Lo mejor de las aventuras de Tuf es el ritmo que Martin añade a sus aventuras, en ocasiones demasiado repetitivas o demasiados sencillas en medio de la evidente complejidad. Al lector no se le escapa que, el protagonista aborde problemas tan complejos con tanta facilidad, como si fuera un semidios capaz de, con un gesto, solucionar cualquier problema que se le presente. En sus historias no hay tensión, porque siempre sabemos que Tuf se saldrá con la suya. En sus historias tampoco hay intriga, porque es precisamente Tuf quien se encarga de borrar de un plumazo todas las incógnitas que se nos presentan. Así que, si vemos que peca de falta de originalidad en sus tramas, de escasa tensión argumental y de apenas intriga ¿qué nos queda? Nos queda Haviland Tuf.
Y es que este capítulo en la biografía de George R.R. Martin es un homenaje en sí mismo. Tuf, el protagonista amante de los gatos, ingeniero ecológico y comerciante, actúa como planteamiento, nudo y desenlace. Es él quien marca el ritmo de la historia y quien, con su fría actitud, nos plantea si es un personaje de los buenos o de los malos. Reconozco que he terminado dudando al respecto. Quizás este sea su mayor logro.
El lenguaje empleado por Martin no es el de Canción de hielo y fuego, con sentencias aterradoras y frases para grabar a fuego frío. Utiliza un lenguaje mucho más directo, más de novela de acción que encaja muy bien con la space opera. Así que si nos olvidamos podemos llegar a pensar que no conocemos nada de este autor y sus libros fantásticos.
Resumiendo que es gerundio y me quiero comer un croissant. Los viajes de Tuf es un recopilatorio de relatos que usa la space opera como vehículo y que entretiene, entretiene mucho. No busca la excelencia literaria, sino la diversión garantizada. Y lo consigue. Me atrevería a decir que Martin disfrutaba mucho con las aventuras del genial Tuf.