Union Station, Rudolph Maté, 1950, USA: fichaDvd.asp?IdRubText=5812
“(…)Union Station nació, por tanto, como una película para un momento, pero capaz de superar esta naturaleza de servicio gracias a su depurada puesta en escena, a la inteligencia con la que se emplean los recursos obligatorios. Lo primero esa conversión de la estación en universo propio, el excepcional partido que saca la dirección a esta geografía singular (aunque puntualmente abierta al exterior como en la magnífica secuencia de seguimiento en el tren elevado), exprimida en cada ángulo y cada recoveco, desde los túneles más tenebrosos, surcados por mortales cables de alta tensión en los cuales tendrá lugar el angustioso clímax, hasta rincones ocultos, pasillos, salas y entradas donde los personajes se vigilan y persiguen unos a otros en un absorbente ballet de gestos, cambios de objetivo y disimulos que conforman el segundo aspecto más interesante de la cinta, c apaz de emplear a su favor, e incluso volver inquietante, ese carácter de ley vigilante. Por momentos Matè subvierte los puntos de vista, haciendo que los secuestradores vigilen a la policía, otras adopta el punto de vista personal de Joyce, la cual sigue sus pesquisas particulares ya que solo ella conoce el rostro del líder de los secuestradores (lo que da lugar a momentos tan tensos como aquel en el cual este torvo villano encarnado por el especialista Lyle Bettger se detiene justo a su lado) en otros se mantiene alejado, observando la acción y el intercambio de seña apenas perceptibles (es este un gran film de gestos), en todo momento se consigue un trabajo compacto, conocedor de sus limitaciones (en todos los sentidos), presidido por una voluntada documentalista que, por otra parte no rechaza un cierta estilización (la persecución en los túneles con reminiscencias de El tercer hombre), instantes de gran violencia e incluso incrustaciones de un sadismo puramente negro, desde unos policías que simulan lanzar a un testigo a las vías del tren para hacerle cantar, hasta el abandono de la muchacha secuestrada en una zona repleta de cables mortales.” (continuar)
El cuarto protocolo, John Mackenzie, 1987, GB:fichaDvd.asp?idRubText=5819