Xurxo Alba Padín tiene 38 años, es de esos jóvenes dispuestos a romper el molde y sacudirnos las modorra, como podrían ser los hermanos Michelini en Argentina. Trabaja poco más de 2 hectáreas de viñedos salpicadas en pequeñas parcelas por el Val de O Salnés (no hay que perder de vista que Galicia es un minifundio y aquí un terrateniente es quien posee 2 Has) y desde hace poco más de 7 años tomó el comando de Albamar, la bodega familiar, dispuesto a hacer vinos con personalidad y de carácter único, más allá de la opinión de la gente. Romper con una tradición de muchos años no es fácil para nadie.
… Llegamos a Portonovo una tarde hermosa de sol en las Rías Baixas. Dejamos los bolsos y fuimos derechito a la playa. Suena el teléfono y era Xurxo (Jorge, Jordi, como quieran) respondiendo a un mensaje que dejamos en su FB antes de salir de Lugo. Habló en Castellano al escuchar mi acento más argentino que el del papa Francisco, pero él fala galego, ese galego hermoso de la costa Pontevedresa “Los espero esta tarde, vemos los viñedos y visitan la bodega”Allí estuvimos, a la hora señalada, ya avisados de lo que nos podía deparar la tarde luego de leer a Joan. En su pequeño auto entramos 5 personas. Junto a Alberto y Doreen blogueros de pura cepa como nosotros (Vino y se quedó). El destino se encaprichó en juntarnos y comenzamos la aventura. La tardecita en el Val de O Salnés nos regaló unas vistas maravillosas al Atlántico, pero negó casi todas las fotos que saqué en la joya de Albamar, “Finca O Pereiro” una pequeña parcela de viñedo localizada a 50 metros del mar, junto a la desembocadura del Río Umia. Allí nacen sus mejores vinos. Sobre un suelo más arcilloso que arenoso (poco común por estos lares), nacen las uvas de un parral plantado en el año ´82 que dan vida a uno de sus vinos de crianza “Alma de Mar” un albariño elaborado a partir de los pequeñísimos frutos obtenidos de este viñedo. Tras la fermentación alcohólica, permanece en acero inoxidable y durante 8 meses se somete a “batonages” diarios sobre sus lías finas. El producto final es glorioso. Complejo, sabores cítricos y a bollería; salino y poderoso sin perder nada de frescura.En esta misma finca, y contra todos, en el 2005 implantó unas hileras utilizando el sistema de conducción en espaldero (en la zona donde más proporción de arcilla había). Como será la poca fe que le tenían los demás al proyecto que cuando se lo implantaron dejaron una distancia suficiente entre hileras para que cuando fracase, se aproveche la estructura para armar el parral. Pero lejos de fracasar, los espalderos dieron vida a su “Finca O Pereiro” otro albariño con mucho carácter donde el terruño imprime más vigor a las uvas y logra un vino con garbo, donde las notas minerales, lácticas y cítricas más maduras, se conjugan con una acidez filosa que refresca el paladar (me encantó su textura glicérica).
Lo que hace Photoshop de una foto oscura. Aparecieron estos racimos que dan vida al "Finca O Pereiro"
Como ven, las hierbas del lugar se expresan a sus anchas.
Antes de atacar este majar entramos a la bodega... Catamos todos los tanques, vinificados por parcelas. Un mundo de diferencias entre ellos, influenciados por el mar y el suelo. Algunos salinos y ligeros, otros corpulentos y florales. De su coupage nace su vino básico (por precio) el Albamar. Un albariño que es cosa seria, y que vale mucho más de lo que cuesta… pura mineralidad, fresco, cítrico, floral, vibrante, intenso y sincero (solo hay que cerrar los ojos para verse en el mar). Albamar, luego de la fermentación se desfanga y reposa sobre sus lías unos meses sin otra intervención. Solo así el carácter de la albariño se expresa en plenitud. Más tarde, por botella, probamos la cosecha 2011 (ya casi extinta) que ganó el concurso de Mileurismo Gourmet a “Los 10 mejores vinos por menos de 10 euros 2012” y que está en su punto máximo, y la 2012 que sigue su camino aunque ahora muestra más juventud.El Albamar es el vino ideal para maridar con “ostras” según su autor. Lo cierto es que con mejillones estaba de vicio. En la bodega solo hay dos barricas de 500 litros. De diferente marca y tostado medio. Usadas, claro (3º y 5º uso) y de roble francés. Las uvas que llegan a ellas comienzan la fermentación, lenta y a baja temperatura, en los tanques de inox. A la mitad la fermentación se interrumpe y el vino se pasa a las barricas. Allí las levaduras terminan la tarea. Luego se sulfita (no hay maloláctica en este vino) y reposa sobre sus lías finas con batonages semanales durante 4 meses. “Aquí busco untuosidad y boca, sin perder nariz. La nariz es muy importante, quiero nariz” Este albariño se embotella con el nombre de Pepe Luis, otro de los vinos de crianza. Hace algunos años a nadie se le hubiese ocurrido que esta uva podría llevarse bien con la madera. Bien usada, se establece una unión perfecta entre ambas.