Lost river
Año:
2014
Fecha de estreno:
17 de Abril de 2015
Duración:
95 min
País:
Estados Unidos
Director:
Ryan Gosling
Reparto:
Christina Hendricks, Saoirse Ronan, Iain de Caestecker, Matt Smith, Eva Mendes, Ben Mendelsohn, Barbara Steele, Torrey Wigfield
Distribuidora:
Betta Pictures
Ryan Gosling... ¡quien te ha visto y quien te ve! Desde que levantara pasiones en El diario de Noa, el actor ha querido quitarse el San Benito de “guaperas” y cada vez se ha implicado más en proyectos independientes y de corte más artístico. Algo así como le pasara en su día a DiCaprio con Titanic. Y si Leonardo se asoció con Scorsese para lograr superar la barrera del encasillamiento en papeles románticos, Gosling hizo lo propio con Winding Refn y Cianfrance, dos directores de los que bebe y se respira mucho en su ópera prima tras las cámaras, Lost river. Estos no son los únicos a los que este trabajo del ahora director parece evocar (de hecho, todo el personaje de la madre de Rat tiene mucho del Fassbinder de El matrimonio de María Braun), pero sin duda parecen la influencia más directa, al haber trabajado directamente con Gosling.
Realmente, desde sus inicios, el actor canadiense siempre tiró para el cine independiente, con películas como El creyente o El mundo de Leland. Y es que es ése el cine que le gusta y el que desea transmitir y homenajear en cierta manera en su película. Quizás le habría ido mejor en este primer intento si hubiera dejado a otro las labores de guión, pues parece tan centrado en crear una atmósfera y el paisaje adecuado, que la historia se resiente enormemente.Y es que la historia que cuenta es, en apariencia, muy sencilla, pero la dota de tal misterio y parafernalia visual que los hay hasta quien le parece surrealista.
A mí, por las forma de contar la historia, me trae a la memoria La noche del cazador, de Laughton (otro actor metido a director), tirando de imaginería visual potente para recrear, en esencia, una historia del bien y del mal. Con Gosling pasa algo similar, aunque mete problemas financieros por medio, los roles de buenos y malos quedan muy patentes. Ese Dave (Ben Mendelsohn), que recuerda bastante al Dennis Hopper de Terciopelo Azul (y ya puestos, el club Silencio de Mulholland Drive también tiene su homenaje...) y el personaje de Bully (Matt Smith) son dos caracteres que no dejan lugar a medias tintas. Y según avanzamos en la película, cada vez la trama importa menos y gana presencia las situaciones hipnóticas. Y creo yo que esa es la clave para detractores y admiradores (porque la tendencia de la película es esa, dividir a los críticos), es entrar o no en la propuesta. Quien con sus primeros compases quede seducido por la película, poco le importará su endeble historia. Quien, por contra, no congenie del todo y no acabe atrapado por su atmósfera, sus defectos le quedarán al descubierto y le será más difícil empatizar con ella. Algo similar le pasaba a Sólo Dios perdona, más enfocada a lo sensorial que a lo intelectual.
5/10