“Love story” (Arthur Hiller, 1970)

Publicado el 23 noviembre 2014 por Zangol
Lacrimógeno y correcto melodrama romántico sobre dos universitarios de Harvard que marcó sentimentalmente a toda una generación y al que el paso del tiempo ha perjudicado porque esa emotividad en parte reprimida y su exacerbado romanticismo son de otra época. Eso sí, la melodía de Francis Lai sigue impregnando el ánimo de melancolía como lo hizo entonces.
****Título original: Love StoryPaís: Estados UnidosDuración: 99 min.Género: Drama, RomanceCalificación: No recomendada para menores de 7 añosReparto: Ali MacGraw, Ryan O'Neal, John Marley, Ray Milland, Russell Nype, Katharine Balfour, Sydney Walker, Robert Modica, Walker Daniels, Tommy Lee Jones, John Merensky, Andrew Duncan, Charlotte Ford, Sudie Bond, Julie Garfield, Milo Boulton, Ellen StrettonDistribuidora: Better Television DistributionProductora: Paramount Pictures, Love Story CompanyFotografía: Richard C. KratinaGuión: Erich SegalMaquillaje: Martin Bell, William A. FarleyMontaje: Robert C. JonesMúsica: Francis Lai
Recomendada para románticos sin complejos. Si te dejas llevar te hará llorar, si te pones exigente te parecerá de lo más moñas. El caso es que tocó la fibra a toda una generación, algo tiene.


“Love story” está considerada por el American Film Institute una de las películas románticas más destacadas de todos los tiempos y así se ha percibido generación tras generación desde su estreno en 1971. Todo es relativo.
Vi “Love story” hace unos veinte años, más imberbe y menos experimentado en ciertas lides, me pareció triste y melancólica, no me dejó noqueado anímicamente ni tampoco me pareció una gran película, pero sí me tocó la fibra y entendí el impacto que debió tener el año de su estreno, allá por 1971, en toda una generación para la que pasó a formar parte destacada de su acervo sentimental. La he vuelto a ver ahora y reconozco que, con más distancia, cuesta más entender que fuera un fenómeno social y además constato que pierde intensidad con un segundo visionado.
Me parece que es correcta y está bien hecha pero no se trata de una gran película, porque su gran baza reside casi exclusivamente en un tono sentimental que exige una cierta inocencia emotiva (no es lo mismo verla con quince años que con cuarenta y no es lo mismo verla ahora que en su día). El argumento, los diálogos, lo que se nos cuenta, es sencillo (aunque efectivo, a veces la simplicidad es más difícil de conseguir de lo que parece), una mera historia de amor entre universitarios que se ve truncada por un drama, el ABC del melodrama romántico, algo que con el bagaje fílmico que tenemos hoy hemos visto cientos de veces.


Películas con el impacto social y el toque melodramático que tuvo “Love story” ha habido muchas, una al menos cada año y con temática o género similar se me ocurren a bote pronto y sin pensar mucho “La fuerza del cariño”, “Memorias de África”, “Oficial y caballero”, “Ghost”, “Los puentes de Madison”, “El paciente inglés”…hay muchas más. No es un título revolucionario y único sino una más en un maremagnum amplísimo porque el melodrama romántico gusta (especialmente al sector femenino). La pregunta que cabe hacerse es ¿por qué fue importante en su día?
Situándonos en 1971 nos encontramos con un panorama muy específico. La televisión había supuesto un importante mazazo para el cine en los cincuenta y durante los sesenta la producción hollywoodiense se fue recuperando lentamente con dramas intensos inspirados en la dramaturgia, agrias comedias con un marcado tono cínico y temáticas intelectuales, críticas, desengañadas y desmitificadoras, sólo animándose un poco en lo argumental con los musicales. Por otra parte el cine europeo apostaba por la nouvelle vague, el neorrealismo, en suecia triunfaba el cine de Bergman…casi toda la producción era seria, intelectualmente comprometida, de una cierta frialdad emotiva…..Por eso un título como “Love story” de exacerbado romanticismo y que apostaba por la emoción y la lágrima era casi una apuesta rebelde y a contracorriente. Aunque ni fue pionera ni transgresora ni supusiera un antes y un después sí fue importante para el comienzo del cambio y contribuyó con su éxito a que se decidieran a hacer un cine más próximo, más sentimental y más cercano a la gente de la calle.




Más que mítica por ser singular o por su calidad, “Love story” lo fue por el hachazo anímico que produjo en la generación que vio su estreno; porque el tema principal de Francis Lai impregna de melancolía y tristeza el ánimo de quien lo escucha; porque Ryan O’Neal hizo uno de sus mejores trabajos y encarna a la perfección a ese “niño bien” hijo de millonario que de pronto tiene que hacerse adulto para afrontar su drama personal; porque Ali McGraw y John Marley personifican dos buenas personas que cualquiera querría tener como novia y como suegro respectivamente y porque en definitiva en mayor o menor medida es un argumento que te encoje el ánimo.
Se la destacó en su día por sus siete nominaciones a los óscars (película, director, actor principal, actriz principal, actor de reparto, guión original y ganó el de mejor banda sonora), por cómo conmocionó al público, por la cantidad de lágrimas que se derramaron en los cines, por el taquillazo que tuvo y porque acostumbrados ese cine más serio y menos emotivo de pronto se toparon con una película que le puso los congojos de corbata al más pintado y cuyos protagonistas podían ser cualquiera.
También decir que de las dos tramas que desarrolla el argumento parece poco aprovechada dramáticamente la relación de Oliver con su padre (Ray Milland) que en el fondo es el choque entre dos sensibilidades y el conflicto entre un padre y un hijo que no se entienden porque pertenecen a mundos diferentes. Los sentimientos soterrados que el padre de Oliver oculta a su hijo por convicción paternal chocan con la emotividad más a flor de piel de éste y, curiosamente, ese telón de fondo se asemeja a la ruptura de esta película con el cine anterior.
La diferente percepción que tenemos ahora de la película me hace pensar que todo ha cambiado mucho, que ya no es alarde de entereza y saber estar el mantener ocultos ciertos sentimientos, que somos capaces de afrontar con más frialdad dramas mucho más intensos (quizás nos hemos anestesiado en parte contra cierto dolor que vemos lejano), que nuestra educación sentimental nos hace más sensibles a otro tipo de situaciones y que la emotividad aflora en nosotros por otros procedimientos. Está claro que los tiempos cambian, que las sensibilidades también y que películas como ésta a veces tienen mucho más que decir que lo puramente argumental porque demuestran que esos cambios imperceptibles en primera instancia son más profundos de lo que pensamos.

APUNTES Y ESCENAS FAVORITAS ¡¡¡NO LEER, CONTIENE SPOILERS!!!
- Sabemos desde el arranque que ella va a morir porque el protagonista reflexiona en flashback sentando en unas gradas. No importa que lo sepamos, el director cuenta con ello y lo que pretende es alcanzar la emoción en el espectador a través de sus personajes. En realidad todo va encaminado a la bomba anímica que se produce cuando el doctor revela a Oliver que a Jennifer le queda poco tiempo de vida.
- Domina en toda la película un tono melancólico propiciado por la banda sonora de Francis Lai y por una tendencia a mostrarnos un Harvard otoñal o invernal, frío, desapacible.
- Están bastante logradas las escenas de hockey, aunque sólo tienen un papel secundario en la trama. Refuerzan la idea de que él es un chico brusco con necesidad de desahogar sus problemas…algo que comprendemos al ver la relación con su padre (muy bien Ray Milland mostrando con apenas miradas el dolor que le produce la distancia e incomprensión de su hijo).
- Enamora del personaje de Jennifer que sea juguetona e insolente pero en el fondo tan buena persona. Lo corroboramos cuando visitan a su padre, otro pedazo de pan capaz de aceptar con la mejor cara que su hija no se case por la iglesia a pesar de sus convicciones católicas.
- Al inicio de la película destacan las conversaciones entre Oliver u Jennifer mientras caminan, son peleas dialécticas en las que conocemos la personalidad de ambos.
- A modo de curiosidad destacar la aparición de un jovencísimo Tommy Lee Jones como uno de los amigos de Oliver.


- El padre de Oliver es un rico millonario de pose y convicciones estrictas. Destaca al comienzo de la película descubrir que su hijo le llama “señor”. Para él el deber y el respeto a las formas son lo primero. Acepta que se case con Jennifer, chica de otra clase social, siempre y cuando acabe primero la carrera. Por orgullo y por rebeldía ante ese planteamiento tan estricto Oliver prefiere ser desheredado.
- La ceremonia de boda no puede ser más moñas vista hoy, muy literaria y exageradamente rimbombante más propia del romanticismo de otra época.
- La frase “Amar significa no decir nunca lo siento” que ha servido para subrayar el contenido de la película es cuando menos una sentencia que despierta dudas. En la película se utiliza en dos momentos: en el primero se lo dice Jennifer a Oliver para concluir un enfado entre ellos, en el segundo se lo dice Oliver a su padre.
- Hay puntualmente varios momentos más intensos, colocados estratégicamente en el tramo final de la película para que se active la bomba sentimental y en los que resulta difícil contener la emoción:
o Oliver se enfada porque Jennifer le dice por teléfono al padre de éste que a su manera le quiere. Él se enfada y ella se va y después se reencuentran en las escaleras, momento en que le suelta la frase.o Oliver volviendo a casa y fingiendo que no pasa nada con Jennifer por consejo del médico.o Oliver con unos billetes para viajar a París y Jennifer diciéndole que no los quiere, que ya sabe la verdad.o Jennifer ve patinar a Oliver en el hielo y cuándo este acaba le dice que pida un taxi y la lleve al hospital.o La conversación final entre ellos en el hospital.o Comiéndose su orgullo personal Oliver acude a pedirle un préstamo a su padre para el tratamiento de Jennifer aunque no le dice para qué es y deja que crea que es porque está con otra mujer. Al salir por la puerta le dice “Gracias, padre” emocionándolo.