Lovelock contra Darwin

Publicado el 07 junio 2010 por Sarah_abilleira @PonteEnMiPiel


Hay muchas frases e ideas que pasan a la historia aunque no por su verdad, pero que conforman parte de esa historia del ser humano y su evolución
Como aquella afirmación "la Tierra es plana", o esa equivocada teoría geocéntrica que proclamaban en la antigüedad tanto Ptolomeo como Hiparco, y apoyada durante siglos asumiendo que el Sol giraba en torno a la Tierra. Sólo hubo una teoría contraria, la de Aristarco de Samos, que afirmó en su día la equivocación del geocentrismo frente a la verdad heliocentrismo.
La duda no volvió a dar que hablar hasta mil años más tarde. Fue Nicolás Copérnico, en el siglo XVI, quien apoyó a este griego, consiguiendo derrocar con su teoría la idea del geocentrismo. La única diferencia es que Copérnico al contrario que Aristarco, apoyó su teoría en cálculos matemáticos. Convirtiendo así a ese momento de la historia en el inicio de la Revolución Científica.
La historia está llena de pasajes como éstos. Pero no hace falta remontarse muy atrás, sin irnos más lejos, en el año 1969, se lanzó una hipótesis que rompió moldes. Esa hipótesis se basaba en que el planeta era un ser vivo, creador de su propio hábitat.
Como en su día lo parecieron las teorías de Aristarco y Copérnico, esta idea resultó tan descabellada que no tuvo ningún eco en la comunidad científica ni en la opinión pública ya que contradecía las tan probadas teorías de Charles Darwin.
Ahora esta teoría vuelve a salir a la luz. Su nombre es "Gaia" y su padre, el investigador británico James Lovelock.
Él mismo definió a Gaia como "una entidad compleja que implica a la biosfera, tierra y océanos; constituyendo en su totalidad un sistema retroalimentado que busca un entorno físico y químico óptimo para la vida en el planeta"
Lovelock, afirmaba que a pesar de la energía recibida por el Sol, la temperatura global del planeta se mantenía constante al igual que la salinidad de los océanos y la composición atmosférica, por lo que la Tierra debía de tener un sistema de control propio.
En su teoría, Lovelock, explica dónde se encuentra la amenaza real para el planeta. Dice que todo dejará de ser como lo conocemos si alteramos las zonas donde residen los circuitos primarios del control planetario, es decir, las zonas selváticas tropicales y las plataformas continentales que atacamos salvajemente.
Ésta no es más que otra teoría, puede que en otro tiempo, James Lovelock hubiera muerto en la hoguera.
Quizá llegue un día en el que se compruebe que el padre de la evolución y selección natural, Charles Darwin, se ha equivocado y todos nosotros con él. Quizá, para ese momento nadie de nosotros viva para contarlo.
Pero dejando a parte los nombres de las teorías, lo más importante que debemos aprender de todo esto, no es únicamente conocer el funcionamiento de nuestro planeta, sino que lo verdaderamente importante es aprender a respetarlo.