Ésta es una de las obras, como El Quijote de Cervantes, El árbol de la ciencia de Baroja o La casa de Bernarda Alba de García Lorca, esenciales para entender el ser de España, una de esas obras que nos ponen a los españoles ante un espejo -cóncavo, en este caso-.
Es, también, una de las obras de Valle en que el autor parece translucirse más: cuando uno de los sepultureros de Max Estrella dice en España el mérito no se premia, se premia el robar y el ser sinvergüenza no sólo vemos reflejada una dura realidad de España (tanto de la de 1924, cuando se publicó la obra, como de la de hoy, casi cien años después) sino que nos parece ver al mismo Valle, amargamente denunciando su condición de literato genial al filo de la pobreza, cuando no inmerso en ella.
Esta alta obra reluce para siempre, pese a su amargura: es como un diamante oscuro. Si usted no la tiene cómprela, encárguela a su librero. No puede, sencillamente, faltar en la biblioteca de quien se pretenda ilustrado.