A veces, te pesa el mundo, como si toda su fuerza hubiera decidido aplastarte. No encuentras escondiste en los días grises y en las noches largas. Te angustia el paso del tiempo, ese que te roba bocados de vida con dentelladas fieras. Todo se vuelve amenazante y no quieres nombrar la palabra hastío por si decide quedarse por siempre a tu lado.
Nota.— La imagen de esa preciosidad egipcia es una foto tomada por mí en el Museo del Louvre hace ya algunos años.