Los 45.000 militantes andaluces del PSOE decidirán el 13 de junio la suerte del partido en Andalucía, donde se enfrentan socialistas y sanchistas, dos grupos y dos conceptos cada día más diferentes.
El socialismo andaluz es el más numeroso e influyente en toda España. Ganar en Andalucía significa controlar los resortes del partido.
El PSOE se juega en Andalucía su futuro. Los expertos vaticinan que si Pedro Sánchez pierde la batalla de Andalucía, su declive será imparable y hasta tendría que dejar el gobierno, incapaz de soportar el rechazo que concita. Una vez más, Susana Díaz tiene el futuro de Sánchez y del socialismo español en sus manos. Si Sánchez pierde y sus perros de presa son derrotados en las primarias de Andalucía, será el fin del sanchismo como fuerza dominante en el PSOE y también del propio Sánchez.
Apostar por Susana es triste y vergonzoso, después de su historia al frente de la Junta, pero hacerlo por el sanchismo, cuya cabeza visible en Andalucía es el alcalde de Sevilla, Juan Espadas, es todavía más peligroso y significaría apuñalar a España y al futuro de los españoles.
Aunque parezca increíble, el sanchismo es peor enemigo que la corrupción, el clientelismo y el demostrado mal gobierno que representa Susana.
Los socialistas andaluces, al elegir a su secretario general, que será también el candidato socialista a presidir la Junta, no sólo asumen un gran riesgo para Andalucía y sus habitantes, sino que su decisión tendrá alcance nacional porque el acoso y derribo del sanchismo es hoy la prioridad número uno para todos los que aman España y la quieren mantener viva, próspera, justa y decente.
En el seno del partido socialista se desarrolla una lucha de malos contra peores, de ciegos contra tullidos, de corruptos fracasados contra una especie nueva, la sanchista, cuyos principales rasgos son la voracidad y el exterminio de España. Susana contra Sánchez, un tipo que ya no tiene ningún aval ético, ni político, en todo el territorio español. Después de su abultada derrota en Madrid, de su rastrero intento de culpar al candidato Gabilondo y tras expulsar del partido a Joaquín Leguina y Nicolás Redondo Terreros, Sánchez está a punto de consumar el divorcio total de la vieja guardia socialista, lo que representa para el PSOE la pérdida de 20.000 militantes y de un millón de votos.
El sanchismo, transformado ya en una desgracia para España y para su propio partido, se juega su futuro en Andalucía.
Francisco Rubiales