Hay días tristes. Hay días felices. Y hay días que el mismo tiempo son tristes y felices. Hoy es uno de ellos. Felicidad por un nacimiento, tristeza por el momento.
Me duele, me duele el alma el conocer tan de cerca lo que les va a tocar vivir. Me duele saber que alguien tan cercano vuelva a enfrentarse a esta situación que liga la vida a la tecnología y a la sanidad (y que conste, que gracias que disponemos de ella para prematuros tan extremos). Me duele que sus encuentros tengan que ser en un entorno tan poco proclive para que las hormonas surtan su efecto (por muy respetuoso que sea el centro sanitario, necesitamos nuestro espacio, nuestro territorio). Me duele que cada día durante varias semanas tengan que estar pendientes de los partes médicos para saber cómo sigue evolucionando su bebé. Me duele la cicatriz que tiene mi amiga en su cuerpo, aunque sé que gracias a ella, su querido hijo sigue hoy con nosotros.
Querido Pablo, ya estás entre nosotros, LUCHA para que la felicidad, las buenas noticias, los avances, las pruebas positivas, vayan dejando atrás la tristeza de la situación en la que tenéis que vivir vuestros primeros días como familia.
Querida Isabel, sé fuerte para estar al lado de tu pequeño. Querido Rubén, sostén a la diada. Un abrazo de todo corazón.