Muy a mi pesar mis han descubierto el, especialmente indecoroso, mundo del WWE. O en otras palabras el espectáculo de la lucha libre de la empresa de entretenimiento deportivo americano. El programa lo suelen emitir en la televisión publica y la expectativa de mis hijos da lugar a que parezca lo mas interesante del mundo. Yo muy lejos de coincidir con ellos soy permisiva, pero para nada lo promociono. Ahora el vocabulario de mis hijos han cambiado y parece un dialecto desconocido para mí. Cosas como ‘Smackdown, Sin Cara, rompe-espalda y dropkick’ son los sospechosos vocablos que imiten las bocas de mis dulces e inocentes vástagos. O eso creía yo que eran dulces e inocentes.
Mi sorpresa no me hizo caerme de espalda cuando apareció mi hijo menor con una mascara que su padre le había imprimido y recortado, en la cara. Gritando “¡Sergio, Sergio…vamos a luchar!” me dejo sin habla. Cuando recupere mis sentidos estaban ambos niños jugando en el jardín emitiendo onomatopeyas y efectos sonoros imitando la más espectacular lucha entre dos enemigos de la WWE.