Lucho Herrera, un jardinero que fue rey en la montaña

Por Elpedalnoticias.com

Su apodo acredita su origen y oficio: el jardinerito de Fusagasugá. Luis Alberto Herrera Herrera nació el 4 de mayo de 1961 en esa pequeña localidad cundinamarqueña y cacofónica, ubicada en el corazón de Colombia y la cultura sutagao. Por entonces, la Panamericana circundaba el ejido urbano pero la producción cafetera -antaño la principal de la región- comenzaba a trasladarse a otras latitudes.

Luis Alberto nació en las zonas rurales minifundistas que rodeaban la pequeña Fusagasugá y su extracción social fue la de la mayoría de habitantes: humilde. Más precisamente vivió su infancia al pie del Alto de San Miguel -un sitio de excelencia para el entrenamiento de los escaladores- y como muchos jóvenes debió alternar los estudios con el trabajo asalariado ¿Quién imaginaría que ese sería el inicio de una leyenda del mundo pedal?

A los 15 años su madre le compró una bicicleta con el propósito de que Luis Alberto combinase los estudios y el nuevo oficio de jardinero. Así fue como aquel niño comenzó a interesarse por el mundo de las dos ruedas y la tracción a sangre. Con la ayuda de uno de sus hermanos y a fuerza de reunir dinero mediante rifas y donaciones de parte de comerciantes y vecinos locales, Luis Alberto comenzó a competir de modo amateur. Los primeros pasos requirieron muchos esfuerzos ya que las oportunidades y posibilidades domésticas y familiares eran pocas. Lejos de toda reconstrucción romántica del pasado, recientemente su madre afirmó taxativamente que la ayuda familiar a la aventura de Luis Alberto había sido exigua.

La Vuelta de la Juventud Colombiana en 1980, fue la primera experiencia significativa de Luis Alberto en la competición. Un año después lo hizo en la Vuelta a Colombia, obteniendo el 16º lugar en la clasificación general. Por entonces los periodistas deportivos comenzaron a apodarlo “Lucho” y “el jardinerito”. Poco después, durante su segunda participación en el Clásico RCN, se hizo de su primera victoria de importancia por delante de Fabio Parra, Pascal Simon y Robert Millar -6 equipos europeos participaron de la competición-. Nacía “Lucho Herrera”.

En 1984, aún en el amateurismo, tras repetir en el Clásico RCN -esta vez enfrentando además a Laurent Fignon y Greg LeMond- ganó una etapa del Tour de France. No fue cualquier etapa, sino la coronada en Alpe d’Huez; ni ante cualquier rival, sino dejando atrás a Bernard Hinault (a 3’24’’) y a Laurent Fignon (a 49’’). El primero ganador del Tour en 1978/79/81/82/85; el segundo en 1983/84.

En varias ocasiones Lucho Herrera demostró su superioridad ante Laurent Fignon.

Al año siguiente comenzó un matrimonio que daría grandes frutos, el de Lucho Herrera con Café de Colombia. Esta era una formación creada recientemente, en 1983, y que bajo la dirección de José Raúl Meza Orozco rodó en las mejores competencias del calendario internacional hasta 1990. Allí compartiría filas con otro astro del pedal colombiano: Fabio Parra.

A partir de entonces comienza la historia más conocida de Lucho Herrera, la poblada por acontecimientos sobre los que abundan páginas pero aún no agotan palabras. Por sus ribetes notablemente épicos, quizás el primero fue su victoria en la 14ª etapa del Tour de France entre Autrans y Saint-Étienne. Tras coronar Croix de Chaubouret sufrió una aparatosa caída intentando esquivar una mancha de aceite y realizó un recordado descenso con su cara ensangrentada. Aquel 1985 Herrera ganó por primera vez la clasificación de montaña.

Un rostro, una mirada y una marca.

1987 fue el año de oro del jardinero de Fusagasugá. No sólo consiguió el gran mérito de repetir la clasificación por puntos de la montaña del Tour, sino que poco después triunfó en la Vuelta de España y -para variar- también se coronó como rey de la montaña. En esa oportunidad batió a Laurent Fignon y a Pedro Delgado, aunque hay que mencionar el abandono, siendo líder, de Sean Kelly.

Aquí la memoria debe aludir forzosamente a los Lagos de Covadonga, etapa 11 con salida en Santander. Por entonces Lucho Herrera acechaba el liderato en la general, algo en lo que había colaborado el previo paso por los Pirineos. Una jornada tranquila dio paso al ritmo firme e inapelable que Lucho Herrera empleó apenas empezar el puerto de los Lagos. Aquel día Lucho Herrera se vistió de líder y salvo el interregno de la crono vallisoletana y el posterior abandono de Kelly, significaría la victoria final en la general del colombiano.

Después de 1987 los éxitos continuaron. A pesar de la magnitud de estos logros es difícil emularlos a lo entonces pedaleado por Lucho Herrera. Además, requeriría escribir un libro más que un artículo: en 1988 triunfó en la Vuelta a Colombia y en Dauphiné Libéré, al año siguiente ganó dos etapas y la clasificación de la montaña en el Giro d’Italia -erigiéndose como uno de los pocos corredores en ganar la clasificación de montaña de las tres grandes vueltas-, en 1991 repitió victoria en los Lagos y la clasificación de la montaña en la Vuelta ibérica y en 1992 batió al gran Miguel Indurain en la ronda aragonesa.

Greg LeMond y Bernard Hinault intentan hacer a un lado a Lucho Herrera.

¿Qué más puede decirse de Lucho Herrera? En las últimas décadas del siglo XX existieron escaladores explosivos como Marco Pantani o José María Jiménez, agresivos como Lance Armstrong o Bernard Hinault, especuladores como Richard Virenque y también generosos como Fernando Escartín. También, además, existió Lucho Herrera.