Muy inspiradas en sus propias experiencias, Berlin practica una especie de autoficción donde se mezcla invención y biografía. Sus personajes son personas corrientes a los que, por lo general, no van bien las cosas. Supervivientes, desorientados pero fuertes, en cuyas vidas somos introducidos de modo realista y significativo. No hay finales epifánicos sino más bien elusivos, pero sin la sensación de que se nos haya escamoteado nada. Pasan cosas en todas las historias, pero sobre todo destaca una voz narradora muy atrayente. Estilo directo sin florituras, frases básicamente enunciativas con mínimos comentarios o juicios. Predomina la primera persona y varios protagonistas (a veces con el nombre la escritora) aparecen en varias de las historias.
Historias de trabajo, de conflictos familiares, de alcoholismo, de personas mayores, de enfermos, de jóvenes llenas de sueños al inicio de la vida. Historias eléctricas, de ritmo telegráfico o más moroso, con sorpresas, giros y frases inesperadas, que muestran un gran talento para observar y una naturalidad poco común. Un acierto que podamos leer estos relatos llenos de humor y melancolía donde se advierte olor a verdad, a vida.