"Tengo grandes expectativas, preparamos una camioneta para hacer un buen trabajo. En estos momentos está en Alemania y llegará a Buenos Aires los primeros días de diciembre para hacerle la última puesta a punto" dice el protagonista que disputará su cuarta prueba internacional y agrega: "El objetivo es quedar entre los cinco mejores, tengo un equipo preparado para ello".
Las camareras van repartiendo tragos, mientras que los mozos se encargan de los embutidos. Naturalmente, el vermú acompaña una conversación tan amena como interesante. Él mismo se sirve un Cinzano y explica que estuvo entrenando en Sudáfrica y Namibia: "Los terrenos son bastante similares a los que nos encontraremos este año. Aunque me parece que no van a haber tantas dunas, una pena porque creo que ésa es nuestra especialidad".
Su vasta experiencia en esta competición le da autoridad para explicar qué es lo más llamativo del Dakar. "Es algo increíble, cuando entrás no querés salir más. El hecho de compartir una aventura como esa al lado de corredores como Carlos Sainz o Nasser Al-Attitah y al mismo tiempo con pilotos amateurs es algo único, donde la verdadera competencia es con uno mismo y no con otros rivales" afirma el "Hijo del Desierto", quien en la edición pasada culminó décimo por un accidente inesperado sufrido en la cuarta etapa.
Finalmente, con el hielo de las copas derretido y un par de piezas de queso que se mantienen intactas en su tabla, Lucio Álvarez opta por evitar un tema que no le resulta cómodo hablar: durante este año, cuando Nasser Al-Attiyah establecía el mejor tiempo en una de las etapas iniciales, y era seguido por el argentino, en el portal digital del diario Marca se publicó una nota que hacía referencia a los dos pilotos más ricos del Dakar. Entre risas y miradas cómplices el mendocino lo toma como una broma, no da crédito a la noticia del periódico europeo y antes de retirarse de su asiento declara: "Nunca vi esa revista, pero les diría que busquen a algunos rusos que creo que tienen un poquito más que yo".