El violento desenlace que sufrió el gobierno deAllende fue la principal noticia durante los días siguientes al golpe;posteriormente, la pregunta que rondará en los medios es en cuanto a losobjetivos de la Junta Militar: ¿gobierno transicional o de tiempo indeterminado? En los titulares se encuentran diferencias entre La Nación y los respectivosperiódicos: tanto Clarín y La Razón enfatizan en el grado de represión que caracteriza algobierno de facto, mientras que, si bien no puede contradecir su carácterviolento, para La Naciónes un enfrentamiento del ejercito ante focos de resistencia a cargo de gruposrebeldes. La terminología que utiliza legitima el accionar que emprende elgobierno golpista. De los diarios mencionados, el que mantiene una clara posiciónde repudio frente al golpe es La Opinión, donde se privilegia la opinión y el análisis dediversos intelectuales sobre el por qué del fin del gobierno upeísta. Encuentraresponsables tanto desde el orden externo (EEUU), pero principalmente en las propiascontradicciones del gobierno. El 14 de setiembre, Conrado Caretti saca unasinteresantes conclusiones“Cabríapreguntarse por qué, entonces, tumbar a un presidente y a un régimen dispuestoa transar, y cuya extirpación podía ser mero trámite “democrático” en loscomicios de 1976. La respuesta, que ya no es del resorte del equipo estataldesplazado, está en la resolución de defender y profundizar el proceso porparte de las bases populares y obreras. Con motivo de la huelga de octubre delaño pasado y del diversificado paro patronal que inmovilizó al país, esas basesmostraron una actitud mucho menos flexible que lo que sus representantes en elgobierno, y una decisión mas compacta a resguardar la marcha al socialismo”.
“Lalegalidad burguesa fue un escollo insuperable”. La Opinión. 14 de Setiembrede 1973. p. 4.Lo que se empezaba a bosquejar en losinformes sobre los sucesos chilenos era sobre la tendencia que caracterizaría ala Juntamilitar: se barajarían dos opciones, como se planteaba en la revista Mercado:
“la junta militar chilena deberá optar entre dosalternativas fundamentales: acortar su gestión con vistas a una prontanormalización constitucional o, por lo contrario, intentar un largo rodeo enbusca de la reimplantación del orden político y económico antes de pensar enelecciones”[1].
Aunquepara una semana después de realizado el alzamiento de las fuerzas armadasresultaba venturoso establecer cual sería la orientación que emprenderá la Junta militar (¿lanussistas?¿brasileristas?) el periodista Mariano Grondonaapuesta a la segunda opción. Por otro lado, el proceso económico va a resultarfavorable al gobierno:
“Esprevisible un rápido alivio al desabastecimiento en función de ayudas externasinmediatas. Otro asunto es, en cambio, la reconstrucción del aparato económicodesmantelado por el “impacientismo” de la Unidad Popular. Labuena voluntad norteamericana y en general, “capitalista”, está asegurada”[2].
Desde las revistasPanorama y Redacción, y también desde el diario La Opinión, se alerta que conel nuevo gobierno, sea cual fuere los fines del orden castrense, el giro a laderecha en la coyuntura latinoamericana es evidente:
“La situación ha cambiado radicalmente.(...) Todo indica que , junto con el derrocamiento de Allende, se derrumba unaposición política exterior lúcida y constructiva, y se pisotea una tradición demadurez diplomática que había sobrevivido gracias a la estabilidad democrática,pero que se debilita considerablemente con el ascenso al poder de una tendenciaretrógrada”.“Elequilibrio continental resultará alterado por el golpe militar chileno” por TedCordova-Claure. La Opinión.13 de Setiembre de 1973. p. 5.
“Con la caídade Salvador Allende el área sudamericana adquirió un homogéneo cariz derechista–que el régimen militar peruano no lo modifica-. (...)para los derechistasapareció Perón como el candidato con mejores posibilidades de constituir unGobierno centrista, con los suficientes gestos reformistas para neutralizar lasexpectativas izquierdistas de algunos sectores; para los izquierdistas, Perónvolvió a surgir como la única posibilidad para dirigir un proceso de cambio noirritativo”. “Que puede hacer Perón en el gobierno” porOscar Delgado. Redacción. Octubre de 1973. N°8. p. 14.
“Para la Argentina, entre tanto,la caída de Allende encendió la “luz roja” en el tablero de prevención. Por depronto, el gobierno constitucional en cierne comenzará su gestión sin aliadosaparentes en el contexto latinoamericano y sin garantías suficientes, desde laperspectiva política, de conseguir la unidad nacional. (...)Como Argentina aúnno “vivió” su experiencia socialista, Perón enfrenta la tentación. Que no dejade ser una encrucijada peligrosa”.“La encrucijadapeligrosa” por Jorge Lozano. Panorama. Setiembre de 1973. Año XI. N° 331. p.11.
Mientras que para Panoramaa pesar de que la realidad latinoamericana sea adversa para el gobiernoperonista, aún no descarta una posible orientación socialista;para la revista Redacciónde Hugo Gambini la posición del presidente recientemente elegido es hartoprevisible. En cuanto a la consecuencia regional, todavía no está claro elgrado de repercusión política que alcanzará la Junta militar chilena, lo cierto es que elgobierno dictatorial brasileño es el primero en reconocer políticamente algobierno de facto chileno. Sin embargo, como posteriormente se comprobó,existíandesavenencias internas en elgobierno chilena en cuanto a la duración de la intervención. Evidentemente, elgolpe militar significó acabar de manera violenta y drástica el gobiernomarxista antes de que se radicalizase el proceso. Sin embargo, no estaríaexplícito desde un primer momento la “vía chilena al neoliberalismo”. Si bienaunque como primeras medidas fueron restablecer la libertades de comercio, lasolicitación de créditos extranjeros y el freno y retroceso de la reformaagraria, la política económicaquellevará a cabo Chile posteriormente (en 1975, bajo la colaboración de los“Chicago Boys” formados en la escuela neoliberal de Milton Friedman) no apareceaún claramente. No obstante, en poco tiempo, el modelo chileno se expandirá enla región generando una seguidillas de gobiernos dictatoriales avalados por losEEUU que alcanzarán altos grados represivos.Se generaría, como mencionaban Cardoso y Faletto, “una mezcla entre un Estado represor, y un Estadoempresarial. Lo que da posibilidades a esta forma estatal, y lo que locaracteriza, no es el aspecto burocrático que pueda haber asumido sino suaspecto empresarial, lo que lo lleva a aliarse en la producción a las empresas multinacionales”[3].
[1] GRONDONA, M. “Chile: el dilema político” en Mercado. 20 desetiembre de 1973. Año V. N° 219. p. 13.[2] Op. Cit.[3] CARDOSO, F. H. – FALETTO, E. Dependencia y desarrollo en América Latina. Buenos Aires. Siglo XXI. 2003. p. 195.