“LUGAR SEGURO” de Isaac Rosa

Publicado el 10 junio 2022 por Marianleemaslibros

"Cuando yo tenía tu edad, un día nos preguntaron en clase cómo imaginábamos el futuro, cómo imaginábamos el mundo dentro de veinte o treinta años. Nuestras respuestas fueron todas muy similares: el futuro sería peor, mucho peor, inevitablemente peor.
Más desigualdad, menos democracia. Gobiernos autoritarios, vigilancia tecnológica. Desastres ambientales, guerras por recursos cada vez más escasos. Megacorporaciones. Capitalismo salvaje, más aún. Estados fallidos, países enteros en manos de mafias. Terrorismo, revueltas sociales, violencia generalizada. Aire irrespirable, falta de agua potable, crisis alimentarias frecuentes. Sálvese quien pueda”


“Lugar seguro” es lo primero que leo de Isaac Rosa, un autor andaluz (Sevilla, 1974) que ya ha escrito nueve novelas, además de haber tocado otros palos como cómics, novela juvenil y algún que otro guión de teatro. Esta novela, ha sido la ganadora del Premio Biblioteca Breve 2022, que concede anualmente la editorial Seix Barral y que para mí suele ser garantía de calidad literaria (me gusta más que el Planeta).

La trama a grandes rasgos sin spoilerLa historia narrada sucede en un día, en tan solo veinticuatro horas asistimos a un auténtico viaje interior y somos partícipes de las andanzas pasadas y actuales de tres estafadores de poca monta miembros todos de la misma familia, la saga de tres generaciones, de los Segismundo García. 
Segismundo primero, El Grande, es el abuelo. Vive con su cuidadora, la buena de Yuliana y sufre demencia senil, quien le ha visto y quien le ve. . ., a este que siempre fue un caradura redomado, así como mal esposo y peor padre.

Me mordí la lengua otra vez, claro. No, Yuliana, Segismundo García no es un buen hombre, aunque la demencia lo bendiga. Nunca fue sensible ni cariñoso, y en modo alguno un gran padre, no digamos ya un buen marido. Si lo hubieras conocido cuando estaba bien, con suerte ni te habría mirado, porque no le gustaban demasiado los extranjeros como tú. Y si hubieses trabajado para él, limpiándole la casa o cuidando a mamá en sus últimos meses, te aseguro que no habría sido una bonita experiencia: nunca sirvas a quien sirvió.
 De joven se metió en un negocio que se le fue de las manos y le llevó de patitas a la cárcel. Él, el propio estafador, también fue estafado por un socio canalla y un grupo de inversores delincuentes que lo engañaron usando su red de clínicas dentales, “¡Sonríe!” de tapadera para otros negocios más lucrativos, convirtiéndole al final en el chivo expiatorio, para salir ellos indemnes de sus trapicheos. Prometían el oro y el moro, por precios asequibles, sonrisas sanas y bonitas por muy poco dinero, y claro, acabó como acabó, con muchos clientes estafados, dentaduras melladas a medio terminar, deudas y más deudas. Fueron casi nueve años de prisión por apropiación indebida, alzamiento de bienes, blanqueo de capitales y fraude a Hacienda.
Segismundo García segundo, el padre (también el hijo), es el que narra la historia dirigiéndose directamente, al anciano demente. Es comercial de su propia empresa ”Lugar seguro” y se dedica a vender búnkeres low cost hechos a medida, aprovechándose del miedo social e incertidumbre imperante. Cualquier garaje, azotea, trastero, sótano puede ser convertido en un Lugar seguro por un módico precio. Se le da muy bien eso de camelar a la gente, de hecho, está muy orgulloso de sí mismo, ya que en pocos días ha cerrado más de cien contratos con adelanto de pago incluido, aún habiéndole el banco denegado la financiación, sin saber todavía como va a conseguir el dinero para llevar a cabo su genial proyecto. 
Le dije, llevado por el mismo entusiasmo sobreactuado con que intenté venderle la idea al del banco, le dije que la respuesta está siendo buenísima, que no damos abasto para atender la demanda, vamos a abrir delegaciones en varias ciudades y reclutar nuevos comerciales, el producto se vende solo, nos hemos asegurado un distribuidor exclusivo, nos vamos a convertir en la marca de referencia en el sector porque hemos sido los primeros...

Esa mañana, Yuliana le ha llamado muy nerviosa y preocupada diciéndole que cuando sacó a pasear al abuelo, de repente echó a nadar muy deprisa y no pudo seguirle.
-Caminabas a gran velocidad, me lo confirmó la chica al teléfono, voz entrecortada: Me cuesta seguirlo, nunca lo había visto así. De dónde ha sacado esa fuerza para marchar tan deprisa y resistirse de esta manera cada vez que lo sujeto para que no lo atropellen. Y su mirada... -¿Qué pasa con su mirada?, pregunté expectante, no sabía si ilusionarme.-Es como si no fuera él, como si estuviera poseído, solo mira al frente y camina, me pongo delante y ni me ve.-No te separes de él.-Tengo miedo de que se me escape.

Segismundo tercero, Segis, el nieto (también el hijo) lo acompaña esta mañana a las visitas comerciales y ambos tienen que dejarlo todo para intentar encontrar al viejo. Segis no va por mejor camino que sus predecesores, germen de un futuro delincuente, otro granuja que trapichea en el instituto con una red de ventas a domicilio y apuestas, negocios que rozan lo ilegal. 
Tu nieto es el mejor continuador de la saga que pretendías haber iniciado, que yo he continuado con desigual fortuna, y que Segis puede llevar a un nuevo nivel, inalcanzable para nosotros. Solo tiene diecisiete años, pero sus señales no pueden ser más prometedoras. Te habría encantado conocer sus andanzas juveniles, réplicas de aquella infancia mitificada tuya en la que, según contabas siempre, te habías sabido buscar la vida desde muy pequeño.

Mientras le buscan los tres por la ciudad, al principio siguiendo la estela que muestra el localizador de su muñeca, conversan, se hacen confidencias. Yuliana les cuenta cosas sobre Segismón, como ella le llama, que hijo y nieto desconocían, y Segismundo padre le va contando a Segis la historia completa de su infancia y la del abuelo.
Después, la señal del localizador deja de recibirse (¿se lo habrá quitado él? ¿se lo habrán robado?) y tienen que seguirle un poco a ciegas, imaginando a donde le habrá llevado su desquiciada mente. El mayor (¿quizás único?) interés por encontrarle radica en la esperanza de que el abuelo les conduzca hasta un posible tesoro escondido que podría solucionar los problemas económicos de todos.
Sería la solución a muchos de nuestros problemas, también los del abuelo. Podríamos pagar una residencia donde lo cuiden bien, sin reventar más a Yuliana. Tú podrías continuar tus estudios, irte al extranjero con holgura, sin que tengamos que pedir un préstamo. Pagar tu deuda con ese tío, hoy mismo, sin más amenazas ni dientes perdidos. Y yo podría financiar mi negocio aunque el banco me siga negando el crédito, o al menos devolver a los clientes el dinero adelantado, y hasta liquidar por fin mis deudas anteriores.

Pero Yuliana, en parte por ver peligrar su trabajo y una posible denuncia que le pueda caer, y Segis, que había hecho buenas migas con su abuelo, sí que parecen estar muy preocupados por él y por lo que le pueda pasar.
La otra opción, que reconozco que se me iba volviendo cada vez más deseable, era que no te encontrásemos. Sucede a veces: desaparece un anciano, como desaparece un niño, una mascota o un retrasado; desaparece un anciano y sus familiares recorren la ciudad, especulan con los lugares de su memoria, se separan para ir cada uno en una dirección, llaman a la policía, preguntan a los tenderos, ponen su foto en farolas y redes sociales, patrullan día y noche la ciudad y alrededores, inspeccionan parques, cunetas, edificios abandonados, alcantarillas abiertas, lechos fluviales, y finalmente lo encuentran muchos días después entre unos matorrales, infartado y a medio descomponer, descalabrado en un pozo, ahogado río abajo; o ni siquiera tienen el consuelo de un cadáver que ponga fin a la búsqueda: no aparece nunca más, siguen esperando

¿Le encontrarán? Tendréis que leerlo para saberlo.
Los puntos fuertes de la novela
● Los tres personajes protagonistas, la saga de los Segismundo, no tienen desperdicio ninguno, son tres pillos cortados por el mismo patrón, obsesionados por el ascenso social, por el dinero y la buena vida, a los que nos les importa nada qué hacer para conseguirlo (en el mundo real me parecerían seres deleznables y mezquinos, de hecho todos me cayeron fatal, pero como personajes de ficción son la caña, hay que reconocerlo). El autor los describe como “ángeles caídos del sistema”. 

Entre otros temas se trata la demencia senil, una enfermedad de la que incluso su propio hijo se burla, la ironiza como venganza, como una forma de devolverle lo mal que se ha portado siempre con él, pero ahora, viéndolo así de viejito e indefenso, da bastante pena. Porque a mí, si hay algo que me conmueve y no puedo con ello (además del maltrato animal) es el maltrato a los ancianos, tanto físico como psicológico, y Segismundo segundo es muy duro con él, implacable. Pero claro, si no siembras, no recoges y si has sido desde siempre un pésimo padre, no puedes esperar que en tu vejez tu hijo te cuide, te mime y se haga cargo de ti con todo el cariño del mundo.
Pero ya ves, viejo: la enfermedad te ha absuelto. La enfermedad lo borra todo, para ti y para los demás. La enfermedad es una amnistía, humaniza hasta a la mayor sanguijuela. Las residencias y los parques están llenos de viejecitos sonrosados que se abrazan mimosos a sus esposas, sonríen pacíficos a los niños y se dejan cepillar los dientes, y nadie pensaría que solo unos años antes machacaban a esas mismas esposas, iban de putas o estafaban a familias humildes. La enfermedad te domesticó y te hizo bueno, te convirtió en el pobrecito Segismón. Puso tu historial a cero. Todo perdonado. La enfermedad te ha evitado pagar más, seguir pagando tus culpas, más allá de la cárcel. La enfermedad te ha evitado que yo pueda exigirte, que pueda ajustar cuentas contigo, más que estas retahílas que te resbalan.

● Dice el autor que su novela «es un intento desde la literatura por proponer un futuro más allá del miedo y la resignación, uno donde haya sitio para la esperanza… ‘Lugar seguro' no es una utopía, pues está construida a partir de realidades ya existentes hoy, y tampoco quiere eludir sus contradicciones y límites; es más bien una antidistopía». Sí, “Lugar seguro” es una antidistopia, porque crítica las distopias. Aquí se nos muestran las dos caras del “preparacionismo” (un movimiento que curiosamente existe en la vida real), de la cultura del “por si acaso”, los también llamados “prepas” 

Por un lado, los que están convencidos de que todavía estamos a tiempo de salvar el mundo, de intentar que el planeta no se vaya a la mierda, de conseguir crear un nuevo orden mundial evitando la crisis ecológica y las peores consecuencias del cambio climático, combatiendo la escasez de recursos. Y por otro lado, están los que creen que ya no hay nada que hacer, que el colapso va a llegar, el colapso social y energético (¿os suena?), el planeta inhabitable, las guerras (¿también os suena, ¿verdad?) y se preparan para hacerle frente. 

Ambas versiones de “prepas” existen en la realidad, según nos cuenta el autor en alguna entrevista que he leído, están ya aquí, entre nosotros: 

-- Los primeros, “Los ecomunales” (Segismundo se burla de ellos, y sarcásticamente les llama “botijeros”), se preocupan por el bien común, por la humanidad, por el planeta. Echando mano del espíritu colectivo y solidario, han creado comunidades vecinales inicialmente en el mundo rural, en pueblos abandonados, que renuncian a lo superfluo, al consumismo, y comparten para vivir mejor con menos. Activistas que, desde un pragmatismo utópico están ya cambiando o intentando cambiar las cosas, todavía a pequeña escala, pero irán previsiblemente en aumento, de hecho ya han llegado a algunas ciudades.

-- Y luego, “los prepas” propiamente dichos que llevan mucho tiempo preparándose, los de la línea del “sálvese quien pueda”, los que acumulan por si llegan tiempos de escasez, los que invierten en búkeres o “lugares seguros” que les proteja en caso de guerras nucleares o químicas, pandemias, haciendo acopio de alimentos, medicamentos y demás artículos de primera necesidad (¿os suena lo del papel higiénico al comienzo de la pandemia?) 

¿Porque eligió Isaac Rosa “Lugar seguro” como título? Parece que lo eligió por ser una expresión polisémica, que se puede referir tanto a los búnkeres que Segismundo vende, (siempre será mas fácil vender algo con ese nombre, que llamándolo por su nombre), como al lugar que el protagonista anda buscando, ese tesoro que alguien ha escondido en un “lugar seguro”. Además, hace alusión a una serie de televisión que se nombra en la novela “Safe place”, que todo el mundo ve y que contribuye a crear esa sensación de pánico a lo que pueda pasar.

Se estudia la relación padres-hijos: padre anciano-hijo de mediana edad que no se entienden, que nunca se han entendido, porque para más inri el hijo ha heredado un nombre y un apellido maldito que le cierra puertas. Y padre de mediana edad-adolescente que intentan entenderse, pero que les cuesta. 

Me ha gustado especialmente la prosa de Isaac Rosa, muy cuidada en su forma y en su contenido, con una forma de narrar sólida, directa, sin artificios ni sensiblerías que me ha cautivado. 

Al acabar la novela quedan en el aire algunas preguntas que me hago y reflexiono un rato sobre:

- Vivimos en un mundo distopizado, pero ¿somos capaces de imaginar un futuro halagüeño, no distópico? Ufff, a mi me cuesta, pero deberíamos…, porque un futuro sin futuro es algo muy triste y descorazonador.

- Todos somos un poco “prepas”, y más después del Covid, ¿iremos a más en ese aspecto? Pues con los tiempos que corren, es muy probable.

- Después de todo lo que ha pasado últimamente, pandemia, erupción volcánica, la borrasca Filomena y la nevada monumental, Guerra en europa, me pregunto ¿qué puede pasar a partir de ahora? ¿tendremos que terminar construyéndonos un búnker low cost? O ¿tirará la humanidad más hacia las ayudas colectivas botijeriles? Creo que el miedo nos invade y ya nos hemos instalado en el “todo es posible” y eso no es saludable a nivel mental. Mejor no pensar en ello. . .

Resumiendo: “Un lugar seguro” es un monólogo que trascurre en un solo día de la vida de un comercial, veinticuatro horas en la vida de los García, que aún así narra una historia intensa y emotiva. Una novela con un lado divertido por el tono irónico que utiliza el narrador, cierto toque pesimista pero también optimista y entrañable, en la que se pone sobre la mesa los argumentos que utilizamos para sentirnos mejor frente a la incertidumbre actual, frente a los miedos que nos acechan".
En cada viejo demente sospecho el fingimiento, la voluntad tramposa de quitarse de en medio, dejar de ser y entregarse a una vida mueble, sin más propósito que ser alimentado y peinado y tomado de la mano y perdonado y hablado con dulzura.

A pesar de ser unos auténticos granujas, me ha encantado conocer a los Segismundo García de la mano de este autor con el que repetiré, seguro.. Mi nota esta vez es la máxima, para variar: