Hay momentos en el año en las que Londres es el destino. Las semanas de primavera, antes de que llegue el verano y con él la avalancha de turistas que desbordan las calles, son un momento ideal para recorrer Oxford Street y sus interminables tiendas, para dejarse caer sobre el césped de Hyde Park bajo el sol templado, o acercarse hasta el Hyde Park Corner para escuchar a los visionarios y charlatanes, para tomar una “pinta” de cerveza en cualquiera de los pubs de sus zonas más turísticas o incluso de las menos, de esos pubs entrañables de los barrios menos transitados donde ofrecen además comidas que se alejan del tópico de la mala cocina inglesa.
En estas fechas previas al verano, Londres se llena de vida, de gente de toda Europa que llega a la ciudad con la excusa de las compras, pero cuyo íntimo deseo no es sino pasear por sus hermosas calles, entrar a curiosear en las tiendecitas de Covent Garden, perderse en los mercadillos de Camden Town y sus puestos de objetos antiguos, permanecer boquiabiertos en la sección de alimentos de los almacenes Harrods mientras un pianista anima nuestra compra, dejarse perder por las salas del Museo Británico, entre frisos de Mesopotamia o momias egipcias, o la National Gallery con su increíble colección de pinturas, pasear por Regent's Park y dar de comer a las ardillas que se te acercan, hacerse fotos junto al angelillo de Piccadilly Circus....
En esa misma plaza, en Picadilly, verdadero centro de la ciudad, se encuentra el hotel que reservamos para nuestra escapada el fin de semana anterior a nuestra boda, un fin de semana dedicado a bucear entre las tiendas de ropas y elegir algunas prendas únicas antes de la ceremonia, el Hotel Café Royal. Fiel a su sofisticación y elegancia original, el hotel Café Royal, con el elegante barrio de Mayfair al oeste y el creativo Soho al este, está situado a pocos pasos de las calles comerciales más selectas de Londres, las atracciones turísticas y el distrito de los teatros, donde no perdimos la oportunidad de acudir a uno de sus musicales. Su edificio es un tesoro nacional ha sido recientemente restaurado para ofrecer todas las comodidades que esperábamos después de nuestros largos paseos por una de las ciudades más bellas e intensas de Europa.
Regresar de vez en cuando a esa ciudad, deberíamos hacernos esa promesa.
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