'' No, no nos hemos vuelto locos. Ya sabemos que esto, aparentemente, no es más que una tienda de campaña, algo muy alejado del lujo habitual. Pero no todo es tan simple como nuestra vista nos hace ver.
Después de dejar a nuestras espalda el rugido húmedo de las Cataratas Victoria y de pasar un par de noches persiguiendo licaones por entre los matorrales de la Reserva de Chobe, una avioneta nos trasladó, sobrevolando paisajes surcados por canales que cicatrizan el norte del desierto del Kalahari, hasta una pista de tierra junto al Kanana Camp, un alojamiento de gran nivel, situado en una espectacular concesión privada del Delta de Okavango.
Nuestros mejores amigos nos habían hecho un regalo sorpresa, por nuestra reciente boda. En la tarjeta decía: Mokoro Kanana Trail. Durante todo el viaje tratamos de descifrar el enigma, sin conseguirlo.
Además de sus pocas y lujosas habitaciones, el Kanana Camp ofrecía una posibilidad sólo al alcance de unos pocos y aventureros clientes, una experiencia en tienda de campaña, con acampada libre y en mokoro (esas canoas típicas del delta), permitiéndonos una retadora oportunidad para encontrarnos con criaturas rara vez vistas, como el antílope Sitatunga, el Búho Pescador de Pel y también elefantes, búfalos...Esto era el Mokoro Kanana Trail.
Nuestra tienda tenía su propia ducha de campaña y WC Bush. Además incluía los servicios de un guía profesional, un chef personal, camarero y un remero de Mokoro, que nos llevó en una experiencia única por los serpenteantes canales del delta.
Después de dos noches de experiencia junto al fuego nocturno, en la zona más virgen y salvaje de África, en soledad, acompañados del ruido de la naturaleza, pasamos las últimas noches de nuestra luna de miel ya en el Kanana Camp, en una habitación “normal”, radicalmente diferente a la experiencia vivida en libertad, en territorio salvaje.
De adolescentes, había una canción que cantábamos con nuestros amigos, las noches de acampada:
“Yo he pasado largas noches en la selva, bajo el tronco perfumado del abeto, escuchando los rumores del torrente y los trémulos bramidos de los ciervos”.
Nuestro ciervo se transformó en el misterioso sitatunga, el abeto en mopane, pero el lujo de esas noches, perdidos en el Okavango, quedará también para siempre grabado, como los recuerdos adolescentes de aquella canción de nuestras noches de campamento "
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Un viernes más, te deseamos un feliz fin de semana y aunque no sea en África...¡no dejes de buscar la aventura!