Esta sección que busca narrar los distintos espacios donde se vive la pasión por el fútbol aterrizó en Centroamérica. Honduras, más precisamente Tegucigalpa, la capital del país –desde 1880- y motor económico y político de un país que tomó notoriedad mundial luego del golpe de Estado, ocurrido hace 3 años y que dejó al presidente elegido democráticamente Manuel Zelaya fuera del poder, perdiendo toda legitimidad los posteriores mandatarios, primero Roberto Micheletti, puesto a dedo por el Congreso hondureño y los militares, y en la actualidad Porfirio Lobo, pese a que éste último fue elegido en las urnas, con la proscripción a presentarse del mencionado Zelaya.
Honduras no resulta una excepción en el mapa de esta región. Economías débiles, con monocultivos que fueron modificándose con el tiempo pero con nula capacidad industrial, regímenes políticos inestables, donde las botas y el fusil aparecieron siempre como la alternativa de EEUU, el padre supuestamente dadivoso de estos países, para detener cualquier intento de insubordinación. Honduras, Nicaragua, Guatemala, El Salvador, cambian las banderas, las soberanías, no la situación estructural y diría fundacional que atraviesan desde hace décadas.
Tegucigalpa, junto a la ciudad de Comayagüela, separado por el río Grande o también denominado Choluteca, que corre de norte a sur, conforman lo que llamamos el Distrito Central, el sitio con mayor población de Honduras, cercano al millón cuatrocientos mil personas. Sufrió, debido a las continuas crisis económicas, la migración de gente del campo a la ciudad, como la mayoría de las grandes urbes latinoamericanas, generando variados inconvenientes, empezando desde la infraestructura hasta el tránsito. Tegucigalpa, donde se encuentra la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, y el sitio en que juega la selección nacional, carga una cuota histórica de importancia, ya que era un territorio codiciado por los españoles debido a la cantidad de oro y plata que se encontraba allí, riqueza que migraba a Europa.
En el fútbol, el corazón de Tegucigalpa está representado tanto por el Club Deportivo Olimpia y el Club Deportivo Motagua, dos de las instituciones con mayor historia y títulos, más de 30 entre ambos, en la Liga Nacional de Fútbol de Honduras y que conforman el Superclásico hondureño, el antagonismo más marcado por estas tierras. Además comparten estadio, el Estadio Nacional Tiburcio Carías, con capacidad para 37.000 personas.
Olimpia, apodado Los Leones y con su camiseta tricolor, rojo, azul y blanco, es el equipo con mayor relevancia en Honduras. Los números así lo dicen: 24 títulos en Primera División –es el último campeón-, 7 títulos Centroamericanos y 3 de la CONCACAF. Actualmente es dirigido por el argentino Danilo Tosello (El ex Belgrano, ¿se acuerdan?), que supo vestir dicha camiseta con renombrado éxito en esas tierras y está en planes por los preparativos de los 100 años de su fundación, que data del 12 de junio de 1912. Olimpia, donde jugó el conocido Eduardo Balín Bennett (con pasado en San Lorenzo), solamente descendió una vez de categoría en su historia, pero pudo comprar una plaza en la Liga hondureña y así permanecer en Primera División. Su logro más renombrado internacionalmente fue la clasificación al Mundial de Clubes, luego de superar a Toluca, Pachuca y LA. Galaxy, que se iba a desarrollar en 2001 pero que, escándalo de la FIFA y la empresa ISL en el medio, terminó suspendiéndose y dejando sin efecto este torneo, que recién comenzaría en 2005, ya no contando con la presencia de la institución hondureña. La FIFA le pagó una compensación económica por dicha ausencia.
Motagua es el antagonista. Caracterizado como “Las Aguilas Azules” o “El Ciclón Azul”, la otra parte de Tegucigalpa obtuvo 12 campeonatos en la Liga de Honduras y es uno de los continuos animadores del certamen local. Su nombre, deriva del río que separa Honduras y Guatemala, un río que trajo variados inconvenientes políticos y militares. La estrella del equipo es Amado Guevara, mediocampista, de 35 años y que ha vestido la camiseta de su selección en el último Mundial de Sudáfrica. Motagua es Guevara, es el arquetipo de ídolo, aquél que guió al Motagua en 2007 venciendo en la final al Saprissa para obtener así su primer título internacional, la copa UNCAF. El tercer goleador histórica de esta camiseta (64 goles), el capitán, todo.
A Tegucigalpa le llovieron los flashes en los últimos tiempos por cuestiones políticas y precisamente no agradables, aquellas que deseamos erradicar por siempre en América Latina. Detrás de esto, hay muchas historias que golpean la puerta, donde el fútbol no es una excepción.