Lugares en los que he vivido IV (Londres)

Por Papacangrejo @Papicangrejo

Con esta entrada voy a dar por terminada esta sección de lugares en los que he vivido, ya que después volví a Castellón y, de momento, no he vuelto a irme a vivir a otro sitio.
Corría el año 1996 cuando una amiga me propuso ir a Londres a trabajar en verano, ya que a ella le daba reparo ir sola. Al principio dude un poco, pero volver a esa ciudad con más tiempo y trabajando era una experiencia que quería vivir, así que acepté.

Lo primero que tuve que hacer fue coger todas las vacaciones que me quedaban juntas para poder estar el máximo posible. Después y para mayor seguridad contratamos con una agencia, que las hay, que se encargaba de encontrarnos alojamiento y procurarnos entrevistas de trabajo.

Al llegar fue todo bastante fácil, buscamos unas oficinas que nos indicaron en la agencia y allí nos dieron la dirección de nuestro alojamiento. Con el ajetreo del viaje y los nervios no tuve tiempo real de asimilar lo que estaba haciendo, pero unos días después, mientras hacía entrevistas de trabajo, me di cuenta de que estaba en otra ciudad, en otro país, quizás en otro mundo, ya que aquello era un universo diferente al que yo estaba acostumbrado. Los que habéis visitado ciudades como esa sabéis a lo que me refiero, aún más siendo de un pueblo grande como este que habito.

El alojamiento era en una casa típica inglesa en Kensal Green, la última parada de metro de la línea marrón en la zona 2. Era la casa de unos españoles, una pareja que se llevaba 30 años de edad, Pilar y Emilio, de Nerja creo que eran, o allí se conocieron. La cosa es que alquilaban las habitaciones de su casa a españoles que iban a estudiar o a trabajar.

Yo iba para mejorar mi inglés, pero mi dominio de la lengua anglosajona era de malo a malísimo, así que siempre iba a con un diccionario en la mochila. Lo peor fueron las entrevistas de trabajo, afortunadamente tan solo tuve que hacer tres o cuatro, pero los nervios me comían por dentro cada vez que iba a una. En una tenía que rellenar un cuestionario, me senté a un lado, no era el único, saque mi diccionario, más por darme tranquilidad que por necesidad, y al poco me di cuenta de que había unos riéndose de mi por que lo estaba usando, pasé mucho de ellos, por supuesto tenía cosas mejores en que pensar, como por ejemplo intentar rellenar aquel papel lo mejor posible.

En esa no tuve suerte, o sí, a la siguiente que fui entré me hicieron varias preguntas a las que respondí sin problemas y me cogieron. Como era para lavaplatos (washing up) no lo necesitaba. Así que acabé trabajando en un restaurando italiano, con camareros italianos y un cocinero de Irán. En ese momento supe que lo de mejorar mi inglés iba a ser que no, al menos no mucho.

Cada día de lunes a sábado el metro en Kelsang Green y me bajaba en Oxforf Circus para coger la línea azul "Picadilly" hasta King`s Cross St. Pancrass, que me dejaba a dos calles del restaurante. Mi horario era siempre de mañana, me dejaron elegir ese porque vivía más lejos que el otro chico, también español, que vivía muy cerca de allí. Cuando me presentaron al chico le di las gracias por haberme dejado elegir ese horario, y ¿adivináis de que lo conocía?, seguro que no claro, era uno de los que se rieron de mi cuando estaba con el diccionario en una de las entrevistas. Al final resultó ser un buen tío.

Los fines de semana yo trabajaba el sábado entero y salía a la 1 a.m, hora en la que ya no había metro, aunque afortunadamente a unos diez o quince minutos andando había una parada por la que pasaba un autobús que me dejaba a doscientos metros de mi casa. Cómo no conocía la zona, ese chico (el trabajaba el domingo todo el día)  vino para acompañarme el primer sábado y esperó conmigo a que llegara el autobús, cerca de las 1:45 a.m. Reconozco que estuve con el culo apretado hasta que vi el cementerio que había cerca de mi casa, aunque parezca mentira me alegré de ver un cementerio.

Reconozco que los sábados era lo peor, trabajaba todo el día y después tenía mucho camino por las calles de Londres, con todo lo que ello conlleva, hasta llegar a casa, aunque creo que aprendí mucho de esa situación. Además, no es como Castellón que a las 22h ya no hay nadie por la calle, allí hay multitudes a cualquier hora.

Cuando tuve que irme, no querían que me fuera, me ofrecieron contrato (que no tenía) y más dinero porque estaban muy contentos conmigo. De hecho, les descubrí (palabras de ellos) que había españoles que trabajaban bien. Normalmente trabajan poco, mal y con desgana. Yo, trabajaba todo el tiempo y no paraba hasta que tenía toda la faena hecha y la cocina limpia, a veces entraban y me decían ven a tomar algo y descansa, pero yo no lo hacía hasta que había terminado, soy así que le vamos a hacer.

¿Aprendí inglés? pues poco o nada, pero aprendí a hacer tiramisú. El cocinero me enseño la primera semana y me acompañó los dos primeros que hice, me salieron tan bien, que en todo el tiempo que estuve allí jamás se acercó a probarlo, fui el encargado hasta que me fui, y mira, no he vuelto a hacer ninguno, cosas de la vida.

Tengo ganas de volver a Londres con la familia y enseñarles la ciudad, porque trabajé mucho, pero también tuve tiempo de ver muchas cosas y conocer mi tercera ciudad favorita después de Edimburgo y Singapur, en ese orden.