Desde ya sin defender un sistema monarquico, podemos denotar donde quiere enfocar Romero: fiel al entendemiento de un sistema liberal, en el cual las instituciones se limitan a "dejar-hacer", encuentra en la limitación del gobierno del monarca su mejor ejemplo que deberían seguir los gobiernos populistas: "amoldarse" a las costumbres (es costumbre que nadie se meta con los grupos económicos, no?), "acatar" las decisiones arbitrarias de un poder judicial que impone trabas a las leyes sancionadas por representantes de la voluntad popular. En realidad, el artículo de Romero es el más claro ejemplo sobre el rol que debe llevar a cabo el Estado dentro de la lógica. Visto desde esa postura, el accionar del Estado activo y protector que dio impulso el kirchnerismo genera un verdadero dolor de cabeza para los defensores del liberalismo.Desde ya que lo que implora él no es más que retornar al Estado liberal, porque desde su perspectiva se requiere "reforzar el Estado, entendido como una institución diferente de los gobiernos"Puede sonar contradictorio, pero no lo es. Reforzar el Estado, para Romero, significa limitarlo para que no intervenga ni regule a los verdaderos absolutistas, que son ni más ni menos, los grupos concentrados que ante el anuncio de la "sintonía fina" están que tronan...
Fuente: http://www.lanacion.com.ar/1443428-el-espiritu-de-luis-xiv