Posteriormente fue condenado a 1853 años de prisión que fueron conmutados por 40, al realizar trabajos en prisión y tener buen comportamiento. Aunque admite haber cometido los asesinatos -pero no las violaciones-, con gran desfachatez afirma que hizo un pacto con el diablo después de realizar una sesión de espiritismo y vender su alma al maligno; con gran frialdad comenta que sabe donde están muchos de los restos que quedan por hallar de sus víctimas. Además afirma haber sido también víctima, maltratado por su padre en su infancia y sufrir la violación de un sacerdote cuando contaba 13 años. Para acabar de adornar la mentira e intentar anotarse un tanto, se convirtió en miembro de la Iglesia Pentecostal, cuyos adeptos son los únicos a los que ha podido engañar.
Los psiquiatras que le atendieron diagnosticaron que Garavito es un psicópata narcisista, que no siente remordimiento por los hechos cometidos, que está por encima del bien y del mal, y las normas sociales y jurídicas le traen sin cuidado. Toma lo que quiere cuando quiere. Además, es un sádico parafílico, por lo que su rehabilitación es imposible.
Actualmente se siguen encontrando restos humanos que pudieron ser víctimas de Garavito, decenas de casos cuyas características criminales coinciden con el modus operandi del asesino. Menores de entre 8 y 12 años que en su día fueron denunciados como desaparecidos. En el año 2023, Garavito podría pedir la libertad condicional, por lo que la fiscalía y los investigadores trabajan en los casos que probablemente ocultó a la justicia y demostrar que este sujeto no debe recuperar la libertad.