Luis vive por y para el surf. Para él, es un estilo de vida, pero nada que ver con eso que venden los comerciales, de que para cumplir con el ‘surf lifestyle’ haya que seguir una moda o comprar ciertas marcas. Su punto de vista resulta mucho más interesante.
Es geógrafo, ha trabajado durante varios años con los indígenas de la Amazonía brasileña, su país de origen, realizando mapas de la selva, es padre de un niño de cinco años y con sólo 28 años ha decidido dejar la vida que tenía planeada hasta hace poco y cumplir su sueño: compartir su filosofía de vida con otros amantes del surf. El surf y su conocimiento de los nativos americanos han marcado mucho la vida de Luis.
Su objetivo es hacer de este lugar un ‘surfcamp’ algo así como una posada donde alojar a viajeros que también les guste el surf y donde puedan compartir esta filosofía de vida.
Explica Luis que cuando llegó a esta casa donde pasa mucho tiempo solo, echaba mucho en falta tener gente con quien compartir: “me gusta mucho cocinar y cenar con amigos, y estando solo en casa esto no se podía hacer”. Esta fue una de las principales razones por las que decidió unirse a la red de viajeros de Couch Surfing. Y precisamente, una pareja a la que alojó fueron quienes le hicieron saber sobre Workaway, la plataforma hecha para que viajeros ayuden con algún proyecto en su país d destino y reciban a cambio alojamiento y comida. Gracias a Workaway, el joven brasileño recibe viajeros constantemente que le ayudan a convertir esa casa en una posada para surferos.
Para adaptar la casa, Luis recurre a la permacultura y bioconstrucción. Ya construyó una casa, junto con un amigo de este modo hace años, cuando vivía al sur de Brasil: recurriendo a lo que la naturaleza puede ofrecer y transformándolo en una pared o una mesa o bien, reutilizando los materiales que a otros ya no les sirven.
Desde que comenzó con Workaway recibe muchas solicitudes diarias de viajeros y está muy satisfecho con su experiencia hasta ahora. Su primera visitante fue una arquitecta que pasó un día en casa ayudándole con el diseño de un baño externo para el jardín, para la zona de camping. Como un favor, porque la idea de la plataforma es permanecer más tiempo. Tras eso, llegaron varias personas de otros países que construyeron el baño como la arquitecta lo diseñó y con una pared hecha con hojas de palmeras secas. Destaca Luis que su segundo huésped fue un chico nacido en Londres, pero de familia ghanesa. Un chico con una educación británica pero con un gran apego hacia la cultura africana. Dice Luis que eso es lo que quiere promover en el surfcamp que está creando: la mezcla cultural, el intercambio entre personas, “la forma en la que se piensan las relaciones humanas”, en la actualidad, con la mixtura que existe entre personas.
Dice el joven que la experiencia ha sido muy enriquecedora hasta el momento y que a veces no sabe cómo manejarlo porque recibe muchas peticiones diarias. Recuerda que con Couch Surfing le llegaban muy pocas ‘couch request’, mientras que con Workaway se ve saturado. Es natural, teniendo en cuenta que en couch surfing, mcuha gente viaja rápido y por ello, suelen visitar los lugares más típicos. En Workaway es más común encontrar viajeros que pasan largas temporadas fuera de su casa, que prefieren conocer la cultura y por ello, son felices desviándose del camino marcados por las guías de viaje.
Dice Luis que valora de esta iniciativa que “se pude compartir, conocer diferentes culturas y, al mismo tiempo, trabajar”. Ahora Luis ya nunca tiene que cocinar solo. Desde que está en workaway, el patio de la casa de Saquarema se convierte en un lugar clave para el encuentro de personas de diversas nacionales a diario, donde compartir comidas de todo tipo y sabores.