Luis Buñuel. El discreto encanto de un genio.

Publicado el 10 abril 2014 por Maresssss @cineyear
in La silla del director / by Sergio A. T. / on April 10, 2014 at 9:07 pm /

«No será el miedo a la locura lo que nos obligue a bajar la bandera de la imaginación».
Andre Breton: Primer manifiesto surrealista.

Empezar por el principio; em-pez-ar por el prin-ci-pio: Un pez zarpó al precipicio.Dicho ser subacuático provenía de los océanos calcinados turolenses. Sus ojos negros y plateados miraron de frente al futuro desde la muerte. Allí el pez se había convertido en un nombre: Luis Buñuel; las escamas, ásperas y geométricas, habían cubierto cada centímetro de celuloide perpetuo que aquél dejaba tras de sí. El rastro analógico aún se estira hasta el día de hoy, siempre en espiral como buscando el camino para volver al agua, al mar del que partió un pez hacia el precipicio.

Luis Buñuel hizo películas. Unas cuantas decenas. Pese a nacer en España pocas de ellas fueron filmadas aquí. Hoy en día, Luis Buñuel es un nombre para muchos; un nombre que suena a ‘artista’, debe ser importante. ‘¿Buñuel? Si claro, el artista’. ‘¿Cuál es tu película favorita? ¿Pero este no era pintor?’. Quizás exagere, pero mi sensación es que el ciudadano medio de Buñuel conoce el nombre y poco más; quizás ‘Un perro andaluz’ de rebote.

Pero bueno, esto, en realidad, no significa nada. Buñuel es hoy un mito del séptimo arte; un director que supo lidiar con el destino para hacer cine y así dejar un legado que perdurará hasta que el olvido caiga sobre la especie humana. Sí, todo empezó con ‘Un perro andaluz’. Aún no había llegado la república a España, ni los múltiples acontecimientos que cambiarían el mundo. Buñuel, como tantos otros espíritus inquietos (y pudientes), se trasladó a París; allí, abrazó el cine y el surrealismo por igual.

Con la compañía de Salvador Dalí realizó un trabajo que sigue sorprendiendo a pesar de los años y la historia. ‘Un perro andaluz’ es un encadenamiento arbitrario de ideas azarosas supurando de las efervescentes mentes de dos mentes en ebullición. Se que el verbo ‘supurar’ no es muy agradable a casi ninguna hora del día, pero no se me ha ocurrido mejor forma de expresar imágenes tan impactantes como éstas.

Este primer cortometraje colocó a Buñuel en el mapa. Agasajado por sus amigos surrealistas, parecía que el destino llevaría al director a ser grande, a ser un cineasta respetado desde el primer momento. Como veremos, este hecho será así, pero con bastantes matices y escollos que se cruzaron en el camino del realizador turolense. Lo siguiente que salió de su mente (y de la de Dalí) fue ‘La edad de oro’. Buñuel se asentaba como uno de los directores surrealistas por antonomasia. Aun sin el impacto de su primer trabajo, la película posee una capacidad inventiva y de sugerencia sorprendente. Temas como las costumbres burguesas o la moral clerigal, muy recurrentes en su filmografía, ya aparecen en esta brillante cinta.

¿Y luego? ¿Qué pasó después? Una palabra, quizás de las más tristes para la cultura, se instauró en la vida de Buñuel. No sería algo excepcional; más bien, la censura, se convirtió casi en sinónimo de sus películas a lo largo de su vida. ‘La edad de oro’ fue prohibida en Francia; a su regreso a España, y con una joven y endeble República, Buñuel, que se había distanciado del grupo surrealista, rodó un documental sobre una de las zonas más pobres de España. ‘Las Hurdes’ mostraba la miseria del norte extremeño de aquellos años. El film, claramente moralizante, fue nuevamente censurado alegando que se daba una visión nefasta del país. Luis Buñuel hacía cine, pero esto, en aquel entonces no era fácil. Los siguientes años los dedicó a la producción de largometrajes comerciales en los que su nombre permaneció en el anonimato.

Los sueños, ideas y proyectos que Buñuel pudiera tener en mente se vieron sesgados por la Guerra Civil. Defensor de la República, colaboró durante la contienda de manera activa. Finalizada ésta, Buñuel recaló en Estados Unidos donde trabajaba como director de doblaje en espera de tener su oportunidad. Allí, después de todo, no consiguió salir a flote en la industria, pasando verdaderas penurias hasta que finalmente la casualidad y el destino le llevaron a México, donde después de una década volvería a dirigir una película.

De este modo, ‘Gran Casino’ se convirtió en su primera obra de su época mexicana. Cierto es, que la película es bastante discreta y totalmente ajena al talento del director. Me pregunto como se sintió Buñuel rodando esta película y mi conclusión es que tuvo que sentirse feliz. Probablemente la película no representa nada de lo que el cine significaba para él, pero aún así, volvía a retomar la senda que había perdido.

La etapa mexicana que se alargó en el tiempo dos décadas con algunas intermitencias, supuso para Buñuel un camino en el que tuvo que lidiar con el problema económico en no pocas ocasiones. Por ello, es común, sobre todo durante los años cincuenta, la conjugación de grandes obras con otras meramente comerciales.  No obstante, su primera gran película, veintiún años después de rodar ‘Un perro andaluz’, fue la imprescindible ‘Los Olvidados’.

El título no podía ser más acertado, ya no solo por lo que narra la historia, sino por el hecho que llevó a Buñuel a vagar por el mundo durante largos años hasta que su nombre volvió a sonar. Se podría decir que su carrera comenzó a dar sus primeros pasos entonces, cuando ya contaba cincuenta años. ‘Los olvidados’ es un alegato contra los males de pobreza en cuanto a la ausencia de una educación y unos medios para salir adelante. Buñuel, fiel a sí mismo, tuvo problemas debido al crudo relato que hizo de una realidad mexicana que acertadamente extiende al resto del mundo en el prólogo. Pese a ser un ‘drama social’ Buñuel tiene tiempo para mostrar su impronta personal en varias escenas que le llevaron a ser galardonado en el festival de Cannes de aquel año.

A partir de entonces las cosas fueron (algo) más fáciles teniendo una actividad frenética los cinco años siguientes en los que destacan el melodrama ‘Él’ donde Buñuel retrata los celos enfermizos de manera magistral; su retrato de ‘Robinson Crusoe’ obra menor pero de gran importancia sentimental para Buñuel; y sobre todo, la formidable ‘Ensayo de un crimen’ donde la sátira y el humor negro trascienden en una historia cargada de una terrible ironía, imprescindible.

Terminando la década de los cincuenta Buñuel entregó la obra que puso de relieve otro de sus temas capitales: la religión. ‘Nazarín’, protagonizada por Paco Rabal, constituye un relato sobre la relatividad que mueve el mundo en el que la religión y las acciones que en el nombre de ésta se dan, pueden ser bien recibidas o no. Como siempre, Buñuel juega con su habitual ambigüedad moral que conlleva una reflexión nunca liviana de sus películas.

fotograma de ‘Ensayo de un crimen’. Las medias femeninas al descubierto, uno de los fetiches comunes de Buñuel.

Excepcionalmente, y en los ‘aperturistas’ años sesenta, Buñuel obtuvo permiso para regresar a España y trabajar en una película de contenido religioso. Luis Buñuel estaba en su mejor momento, y no desperdició la oportunidad de rodar en su país. ‘Viridiana’ supuso la conjunción tan buñuelesca de crítica, sátira, ingenio, surrealismo, costumbrismo, y demás adjetivos que derivan en una película irrepetible. Probablemente estemos ante una de las grandes películas de la historia en la que todo funciona a la perfección aun el ingenio.

La historia, dura y crítica con los estamentos de la moral cristiana, es tan fina y sutil que los censores del franquismo obviaron cualquier tipo de ‘maldad’ en su guión. La cinta se estrenó; Ganó la Palma de oro en Cannes; el Vaticano puso el grito en el cielo; ‘Viridiana’ fue censurada hasta la muerte del enano. No soy una persona especialmente ‘españolista’ en cuanto a las artes, prefiero no tener barreras para ello (ahora bien la comida es otra cosa…); no obstante, no quiero desperdiciar la ocasión de reivindicar una película histórica que así como bien hacia Berlanga, fue capaz de eludir una dictadura de pensamiento para potenciar además la forma de pasar a la historia. Diría que ‘Viridiana’ es de obligado (que no obligatoria) visionado.

La cena de los mendigos. ‘Viridiana’.

Después del terremoto que supuso su incursión en España; Buñuel regresó a México para filmar la que probablemente sea su obra más puramente suya, en el sentido surrealista que se suele atribuir a su nombre. ‘El ángel exterminador’ es tan sobresaliente como sencilla. Lo único que necesita Buñuel es una licencia especial para generar una historia sobre la condición humana sobre la que se puede debatir largo y tendido. Un grupo de personas de la alta burguesía se reúnen para una cena en una casa; finalizada ésta, sin motivo (aparente) ninguno de los invitados puede, desea, intenta, salir del salón; así pasan los días y las semanas…No añadiré nada más.

Con esta sobresaliente obra Buñuel puso fin a su etapa mexicana, con la excepción de la imprescindible ‘Simón del desierto’; película que debido a su corto presupuesto se quedó en un mediometraje donde nuevamente la religión, la moral y la condición humana dan lugar a una sátira despiadada no contra los religiosos, sino contra los estamentos morales que rigen a la especie humana. Buñuel no deja títere con cabeza.

Ya en Francia, donde realizó el resto de cine de su vida, y tras la notable ‘Diario de una camarera’, El director turolense contó con la bella Catherine Deneuve en un retrato frontal sobre las directrices y normas del mundo moderno condensadas en una mujer casada. ‘Belle de jour’ relata la búsqueda interna de un personaje prisionero de unas convicciones sociales fuertemente arraigadas. Como siempre, Buñuel bucea en la psique humana como casi nadie.

Tras la entretenida y siempre incisiva ‘La Vía Láctea’ y la notable adaptación del clásico de Galdós ‘Tristana’ (nuevamente en España), Buñuel filmó la película que le llevó después de múltiples premios a conquistar aquel que nunca ansió. ‘El discreto encanto de la burguesía’ supuso en único Oscar que ganó Buñuel; como curiosidad, ese mismo año otro genio ganó también su único Oscar, Charles Chaplin, por la banda sonora (veinte años después) de ‘Candilejas’, cosas del destino. La película goza de la madurez de Buñuel aunada a su perpetua inmortalidad y frescura. Una serie de personajes de clase alta se ven inmersos en un compendio de situaciones que hacen tambalear su mundo.

Su siguiente trabajo, en cierto modo continuista, fue ‘El fantasma de la libertad’. El director, ya en el ocaso de su obra, regala esta jovial muestra de talento puramente surrealista que engrana libremente personajes e historias para deleite del espectador. El talento de Buñuel es tan agudo que pese a lo que podría considerarse casi como una comedia absurda se convierte en una sátira constante al mundo moderno.

Luis Buñuel fue un director que dejó atrás su destino; éste, fue siempre siguiendo sus pasos inconformistas unas veces; difíciles y farragosos otras. Su talento fue siempre mostrando un camino que fiel a su convicción como cineasta nunca siguió el rumbo esperado. Luis Buñuel es un regalo para todo aficionado al cine y así lo demostró hasta su última película ‘Ese oscuro objeto de deseo’. Sus últimos años los vivió en México, con visitas esporádicas a España. Vio como se reestrenaba ‘La edad de oro’ cincuenta años después en Francia. En cierto modo, la censura fue siempre bandera para Buñuel; ¿acaso no fue él quien censuró cualquier tipo de límite?

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