Revista Opinión

Luis María Anson escribe a Ruiz-Gallardón: Libertad real de la mujer para decidir

Publicado el 11 marzo 2012 por Noblejas

Escribe Luis María Anson en El Mundo  una de sus "Cartas boca arriba" ("Libertad real de la mujer para decidir", Orbyt., €), dirigida al ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón. Muestra Anson su acuerdo con lo que Gallardón ha dicho acerca del aborto en España, y ha sido profusamente comentado en la prensa.

Comienza aludiendo a unas palabras de Miguel Delibes, publicadas en ABC (20-XII-2007), sobre "Aborto libre y progresismo", que aquí mismo (Miguel Delibes: aborto e identidad perdida del progresismo) recogimos en buena parte.

Entiendo que merece la pena reproducir aquí las palabras de Anson para quienes no disponen de acceso directo a ellas. Dicen así:

Querido ministro…
En un memorable artículo publicado por el ABC verdadero, Miguel Delibes cuestionaba algunos aspectos del aborto y aseguraba que el progresista auténtico está siempre a favor del débil y en contra del fuerte, a favor del pobre y en contra del rico, a favor de la mujer y en contra del hombre, a favor del negro y en contra del blanco... Y a favor del feto y en contra de la madre, porque el feto es el débil y la madre la fuerte. Aquel artículo de Delibes, ampliamente reproducido en España y fuera de España, dio contenido razonador e intelectual a los que se manifiestan en contra del aborto. No estamos, por otra parte, ante una cuestión de moral religiosa, sino de derecho natural.
Tu argumentación actual, querido ministro, no puede ser más sagaz e inteligente y, tal vez por eso, ha desencadenado la tormenta en muchas de esas asociaciones proabortistas que viven del dinero público y en las que algunas feministas se forran los bolsillos de Prada. Según las encuestas a las que, sin duda, has tenido acceso, el 80% de las embarazadas que han abortado habrían decidido no hacerlo si hubieran recibido apoyos para tener a sus hijos. Tratas ahora de restablecer la libertad de la mujer para decidir, eliminando la coacción estructural a la que está sometida por una sociedad implacable. Sobre las embarazadas presionan en muchas ocasiones las familias; en otras, los novios o maridos; a menudo factores económicos o del entorno social; casi siempre el temor a perder el puesto de trabajo.
Has introducido, querido ministro, en el debate sobre el aborto un factor que no contempló Delibes: el condicionamiento estructural. No es fácil que los energúmenos, que las energúmenas, entiendan la solidez y la profundidad de tu mensaje. Al margen de convicciones religiosas, al margen del derecho natural que en mi opinión es lo principal, tú has aceptado la situación como está y has propuesto que la mujer decida libremente si desea o no desea abortar. En lugar de dar facilidades para interrumpir el embarazo pretendes otorgar facilidades para que la mujer que desee tener el hijo del que está encinta lo pueda dar a luz sin coacciones familiares, médicas, económicas, empresariales o de pareja. El aborto no es un bien que conviene amparar, como ha dicho Juan Manuel de Prada, sino un mal al que hay que combatir.
Te van a crucificar, querido ministro, sobre todo aquellas organizaciones feministas que han hecho de la defensa del aborto un excelente negocio personal, cubiertas como están por las subvenciones de las Administraciones públicas. Créeme que somos muchos los que te vamos a ayudar a que lleves la cruz a cuestas por el calvario de las incomprensiones y las agresividades. Entre otras razones, porque tú no propugnas otra cosa que la libertad de la mujer para decidir lo que considere conveniente sin coacciones, temores, ni cortapisas.


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