Luis María Ansón, académico de la Lengua, publicaba el primero de noviembre una columna en El Mundo en la que insinuaba que el CNI “dispone de un arsenal de irregularidades y vergüenzas del líder Podemita y está listo para revelarlos si no se integra en el sistema… Sería mejor –concluía, advertía Ansón– no tener que exhibirlas y que Pablo Iglesias, con la Cruz de Borgoña a cuestas, se mese la coleta, embride su ego desbocado y se integre en el sistema que gobierna a los países todos de la Europa Unida”. La respuesta del líder de Podemos no se ha hecho esperar y respondió a Anson través de su cuenta oficial de Twitter. “Si, como dice aquí Ansón, el CNI tiene un dossier sobre mí, por si me porto mal, tendremos que preguntar al Gobierno si lo confirma o desmiente”, publicaba Iglesias.
No es la primera vez que Pablo Iglesias aparece vinculado a supuestos informes para comprometerlo. El más conocido fue el informe elaborado por la Dirección Adjunta Operativa (DAO) de la Policía y con el aval del Ministerio del Interior sobre la supuesta financiación irregular de Podemos: el informe PISA Pablo Iglesias Sociedad Anónima. El documento, sin sello de ninguna unidad policial ni firma de funcionario, fue publicado en vísperas de la constitución del Congreso y desgranado durante las negociaciones para la investidura. El informe, rechazado por la Fiscalía del Supremo, terminó ante el Tribunal de Cuentas, un órgano que depende de las Cortes y que no pertenece al Poder Judicial.
Más que lo diga, lo más chocante de este informe es quizás la forma cómo se ha hecho público, por medio de este este personaje de la prensa que todo lo sabe y que suelta en el momento más oportuno. Así como la forma de Iglesias de encararse al mismo, haciéndole frente.