La vida acaba mal, conforme. Si acostumbrabas a dar vueltas y más vueltas a su alrededor. Si coincidiste con ella en las fiestas de guardar y en las otras, sobremanera en las otras. Si suprimías su nombre advenedizo de las estampas con más colorines para vengarte prematuramente de alguien. Si has llegado incluso tú solo hasta aquí, ya puedes contar con los dedos las páginas apesadumbradas del libro de horas. Y llorar a raudales. Y abrirte las venas con una hoja de lata sin importancia alguna.
No somos los mismos, no somos aquellos que fabricaban cruces de madera para entretenerse en dar misas de noche o, a la mañana siguiente, para combatir a las bravas. Gracias al bochorno, el personaje estrangula a su doble más sabio y le ofrece regalos hostiles. Ni siquiera somos los que salpicaban el verde con muy tristes trampas. Trajes de marinero ajenos, bolas de cristal sin su ojo vago y con mácula, tiritas de cuero extraídas con su esfuerzo de la confusa piel del ladrón. Nosotros no somos los mismos, qué va.Luis Miguel Rabanal. A la que falta. Editorial Origami, julio, 2013. Prólogo de Ana Martín Puigpelat. Fotografía portada: Julia D. Velázquez.