Lunch at 21 Club

Publicado el 21 marzo 2014 por Nestor74

Bud Fox (Charlie Sheen) es un joven broker de la agencia Jackson Steinem que intenta llegar a lo más alto de Wall Street. Dedicarse al mundo de la especulación en valores es algo que le diferencia de los principios inculcados por su padre, Carl (Martin Sheen), que defiende el valor del trabajo que redunda en la construcción personal y que se basa en algo material y palpable.
Pero Bud ha dejado atrás la diatriba en favor de la economía productiva y tiene en el tiburón de las finanzas, Gordon Gekko (Michael Douglas), a su nuevo ejemplo a seguir. Desesperado por llamar la atención del magnate, se acerca a él con una oferta de inversión que con el tiempo va interesando a Gekko. Poner sus garras en la compañía aérea Bluestar (en la que trabaja el padre de Bud) es un bocado demasiado jugoso para un hombre que se enriquece adquiriendo el control de empresas, reestructurándolas, despidiendo a gran parte de la plantilla, y en ocasiones liquidándolas hasta los cimientos.
Esta apología del "Greed is Good" ha marcado una cúspide en la historia del cine representada por la figura de Gordon Gekko, un personaje antológico que, por primera vez, representó la figura del magnate sin escrúpulos surgido del capitalismo más ardiente. Oliver Stone dirigió y co-escribió la cinta con la voluntad de homenajear a su padre que había sido broker de Wall Street en la época de la Gran Depresión.
Antes de que los acontecimientos se precipiten, Gekko trata de sondear a Fox e introducirle en un mundo de lujo y exceso, todo lo que el joven siempre ha deseado. En una ocasión, le propone encontrarse en el prestigioso bar del Club 21

Situado en el número 21 Oeste de la calle 52, este club es una de las referencias ineludibles para la aristocracia neoyorkina desde su fundación en 1929. Gekko y Fox disfrutan de la comida en la mesa 3 del local. No era esta la favorita de Humphrey Bogart quien, en sus visitas a la ciudad, tenía siempre reservada la número 30. Katharine Hepburn, Groucho Marx, y Frank Sinatra también fueron clientes asiduos del club.
Aunque en los últimos años se ha abierto más al público en general, se mantiene la exigencia del código de vestimenta (nada de zapatillas ni pantalones vaqueros y obligatoriedad de americana para los caballeros). La ambientación del club tiene la peculiaridad de incorporar toda clase de juguetes deportivos para decorar el techo. En la puerta de entrada una serie de figuras de jockeys adornan la marquesina. Esta tradición se inició en 1932, cuando uno de los clientes de mayor postín regaló al club la primera de ellas.